Tuesday, October 28, 2008

A QUIEN LE IMPORTA?

Los slogans políticos sobreviven a las realidades políticas. Son fáciles de recordar, y se incorporan como lugares comunes indiscutibles, permitiendo que cualquier ignorante hable como mono sabio sobre cosas que desconoce.
Esto se observa cada día en los medios de comunicación y en su complemento de medio pelo que son las encuestas de opinión. Ocurre que la encuesta se funda en obtener respuestas de la gente sobre temas cuya naturaleza ignora, a partir de preguntas organizadas por otra gente que padece de las mismas limitaciones culturales sobre los temas a los cuales pretende referirse la encuesta. Se trata mas o menos de la misma mecánica de los "micrófonos abiertos” en las radios donde cualquiera opina sobre cualquier cosa, demostrando generalmente una absoluta ignorancia, a la que hay que agregar una malévola intención y el resultado de un negocio privado con quien paga el tiempo y la llamada con el objeto de crear opinión.
Sería incorrecto decir que estos hechos integran la naturaleza de las crisis, pero sin duda constituyen una expresión de las mismas porque se proponen distorsionar la realidad evitando bucear en el fondo de los problemas. Se trata de la superestructura de la superchería y el macaneo de lo cual participan periodistas, economistas, políticos, empresarios y funcionarios con la misma vehemente y común voluntad de no aceptar la realidad.
Si proponemos problemas de medicina a los plomeros, o problemas de ingeniería a los políticos se obtendrán resultados semejantes a los que se obtienen en las encuestas, porque aplican la misma mecánica de investigación.
El ejemplo más sencillo consiste en adjudicar el origen de las crisis financieras solamente a la corrupción de los banqueros. El hecho de que pueda no ser así, no significa que los banqueros no sean corruptos.
Pueden serlo en mayor o menor medida, pero se supone razonablemente que lo que deberían pretender es preservar el negocio para que continúe, aunque en muchos casos transfieran la acción del código de comercio al código penal. Esta parece ser la clave para interpretar la crisis financiera actual, originada por la voracidad de quienes manejan los recursos financieros del primer mundo y de los otros mundos, si que hay varios, como indica la estúpida soberbia del que se auto define como primero.
En nuestros países las crisis financieras son consecuencia de las estructuras económicas del subdesarrollo. De la incapacidad de producir los bienes que necesitamos vender, con el objeto de generar recursos destinados a comprar. Subdesarrollo económico social, que en nuestro caso es estructural y profundo, de manera que suponer que la crisis financiera se resuelve con el pago a eventuales ahorristas burlados, es una pretensión insólita que margina cualquier razonamiento.
Hay que leer las recetas del FMI. Asombran. Lo mejor que se puede decir de los técnicos internacionales es que carecen de imaginación o les resulta más fácil copiar los viejos planes, fracasados tantas veces, que pensar un poco, interesarse por la realidad y proponer planes imaginativos e inteligentes, fundados en la naturaleza económica y social del país.
Lo preocupante es que los empresarios, los tecnócratas nativos, los comunicadores y el sonzaje en general, aplauden esos planes y buscan luego un chivo emisario para culparlo por la crisis. Posiblemente el ministro de economía o el presidente. O tal vez el General Bernardino Caballero. ¿Porque no el Mariscal López o Gaspar Rodríguez de Francia? ¿Quién convendrá mas para tener tema durante el año?

A PROPÓSITO DE LA VIOLENCIA

Un abogado explicó a un cronista de radio, que el abogado de la parte contraria en un juicio por estafa, era un “inmoral, corrupto e ignorante. etc. etc.” Me interesó saber quien era el beneficiario de esos calificativos y porqué, de manera que seguí escuchando.
El tema era el siguiente: para que se realice una audiencia el juez establece día y hora. El que contestaba el reportaje y se refería al abogado contrario en términos tan enérgicos, llegó veinte minutos antes a la audiencia y convenció al secretario de que iniciara el interrogatorio de su cliente.
Cuando llegó el abogado demandante protestó ante el juez. Dijo que los horarios debían cumplirse, porque el demandado había declarado sin su presencia. Esta ligera o importante controversia legal, se tradujo en una variada gama de calificativos violentos que escaparon al análisis académico del problema. No me parece que corresponda a la terminología que debe emplear un auxiliar de la justicia, como se les llama eufemísticamente a los abogados.
En lugar de la ley, el garrote. Aunque se trate de un garrote verbal.
A partir de este complejo de violencia verbal se pueden hacer variadas reflexiones, pedestres y sencillas, sin entrar en interpretaciones sofisticadas sobre complejos de inferioridad.
No es indispensable recordar que el papá no lo quería, que la mama le pegaba y se iba a dormir sin darle un beso, que su mujer miraba al electricista con ojos tiernos, que en realidad en su infancia no estableció muy bien las diferencias entre hombres y mujeres y ahora tampoco, etc. etc.
La violencia verbal tiene muchos y variados orígenes. Los que si puede decirse es que no sirve. No logra su propósito. Suponer que la violencia como metodología de amedrentamiento da buenos resultados es tan pueril e inmaduro como suponer que el que discrepa con nuestro pensamiento es un retrasado mental(aunque pueda serlo, pero no por eso) o este comprado por el que piensa de manera diferente (aunque esto pueda ser cierto, pero no invalida los conceptos ni el valor de las palabras).
La violencia verbal genera una especie de surrealismo que termina siendo no creíble aún para los que la producen.
El dramatismo de la agresión semántica se convierte por obra de la repetición y el absurdo en un tema cómico.
En este punto, lo que hay que evaluar es de que manera esa violencia perturba la vida ciudadana, cual es su ámbito y de que manera afecta el sutil equilibrio de cualquier proyecto de vida civilizada, después de muchos años de violencia represiva, enfrentamientos y amenazas como perverso sistema de convivencia.