Monday, May 20, 2013

LOS MONOS SABIOS


       

Lo bueno que tiene la democracia con la “libertad de prensa” y la libertad de opinión, es que se puede hacer una encuesta nacional sobre la extraordinaria cantidad de monos sabios, ocultos bajo las tinieblas de la dictadura, que hoy se exhiben con gran entusiasmo bajo el sol.
Es extraordinario y sorprendente. Un fenómeno creo único en el mundo, y si no es así, pido disculpas por mi ignorancia.
Que los Estados Unidos de Norteamérica no puedan superar la crisis financiera, que hace años se veía venir, según dicen los que saben, y que Obama apele a medidas marxistas—leninistas para intentar resolverla, no es sorprendente. Si los tecnócratas hubieran leído a Marx sin prejuicios, habrían descubierto que el marxismo, poco tiene que ver con el comunismo, y se trata de un método de interpretación histórica al que apela cualquier tipio serio, para saber lo que ocurre y como va a terminar. Así sea el Papa o Stiglitz. Ahora Obama aplica el marxismo para intentar, seguramente sin éxito, salvar un sistema cuyo pecado original se funda en preservar los buenos negocios para los amigos.
Como Paraguay es un país precapitalista carece de crisis financiera. Padece una crisis estructural que configura su condición de país subdesarrollado. Esto es, la incapacidad de sostener un auto desarrollo sostenido.
Carece de recursos financieros y tecnológicos. Pero aún mas grave, carece de Plan de Desarrollo económico y social.
A partir de allí se ignoran por desaprensión o ignorancia, razonables y probadas metodologías destinadas a resolver  los temas elementales: desocupación, falta de productividad, de escuelas, salud, política exterior, industria, modernización de la producción agrícola ganadera, etc., datos que configuran la condición del subdesarrollo cuidadosamente ignorados como temas de discusiones y análisis, fundados en estudios serios.
Los monos sabios se expresan tangencialmente en un rico macaneo imaginativo, que los medios repiten machaconamente sin actitud crítica. Parece suficiente llenar las paginas de los diarios y los espacios radiales y televisivos, sin explicar nada, entre avisos comerciales sobre como reducir la cintura, cuidar el peso y el movimiento del pelo de señoras y señoritas o como ser más eficientes en la limpieza de la cocina y la ropa.
Asistimos a la proliferación de ignorantes monos sabios, seriamente preocupados en conocer el significado de la grave circunstancia de que el presidente vuele en un avión privado, a una cita internacional, que se dedique a recomponer la imagen del país, utilizando un montón de horas que debería dedicar a escuchar a los postulantes a cargos públicos de gente con extraordinarios valores reconocidos por su mamá o sus amigos que esperan participar de alguna manera en el suceso. Otros lúcidos ingenieros hidráulicos aficionados, indican con profusión informativa de los medios serios, que se debe hacer con Itaipú, Yacyretá o el río Paraná, para recuperar la dignidad nacional, sin recordar el porqué de los cortes de luz, ni que Asunción vive un oscurecimiento de guerra permanente.
Nunca “los monos sabios” están de acuerdo con las designaciones de los funcionarios, sean buenos o malos, lo sabremos cuando estén en funciones, no antes, y los argumentos recorren un catálogo de objeciones que van desde el recuerdo de que una vez en segundo grado de la escuela elemental fue aplazado en aritmética (ignorando que esto constituye una prueba de inteligencia) o porque se sospecha que compró el auto nuevo con el dinero que le robó a la tía de la mesa de luz. Una objeción realmente comprensible porque en nuestro país,. nadie jamás, históricamente probado, se ha quedado alguna vez con recursos ajenos.
Los monos sabios se asombran de que el gobierno no haya resuelto los sencillos problemas que se arrastran desde la guerra de la triple alianza, cuando cualquiera de ellos (Los MS) tienes fórmulas idóneas para multiplicar la producción, terminar con la desocupación, mejorar los niveles de cultura de la población (campesina y urbana), terminar, con el contrabando, la trata de personas, la depredación ambiental, el tráfico de drogas, la especulación bancaria,  la recuperación de millones de dólares que las buenas gentes honestas preservan fuera el país, para no contaminarse con el “populismo”, expresión que inventaron los círculos de corrupción internacional y locales, para anatematizar a quien pretende desarrollar  políticas destinadas a terminar con la ignorancia, la miseria, la injusticia, el hambre, y la violencia social determinada por la discriminación y la avaricia.
Basta revisar los medios de comunicación, las declaraciones y manifiestos de instituciones empresarias, partidos políticos, grupos sin tierra, sin techo, sin auto, sin club de golf, sin herencia de la tía rica que  donó su fortuna a los salesianos, para descubrir que los monos sabios ocupan la escena nacional, alentados por los monos sabios extranjeros que  hoy no tienen idea e como resolver la crisis mas grave de su historia. Tal vez repitiendo los mismos errores.
Que Dios nos ayude, si es cierto lo que dice el padre Agustín, que investiga lo que saben los jesuitas sobre los milagros divinos, y sobre la misteriosa proliferación de los monos sabios.
El sistema más sencillo al cual se apela  para explicar los problemas que nos preocupan, consiste en encontrar culpables. Verdaderos o falsos.
Es irrelevante saber si verdaderamente el nombre elegido tiene relación con el problema y si verdaderamente es responsable. La gente necesita condenar a alguien para estar más tranquila. O tal vez para canalizar sus broncas, originadas o no en el problema en cuestión.
Y esto ocurre porque la gente no tiene a quien apelar cuando algún problema comunitario le afecta su vida.
La teoría del sistema republicano señala que los legisladores son los representantes el pueblo. Esta es una de las ficciones del sistema democrático de gobierno.
El pueblo no tiene quien lo represente porque el legislador representa solamente a su partido político. Más aún. Ni siquiera a su partido, sino a la cúpula de dirigentes que ejercen el poder en el partido.
La gente no vota a  sus representantes, sino al partido, y como ese conjunto de personas constituye para el ciudadano común una especie de abstracción, es correcto deducir que el pueblo no esta representado por los legisladores.
Tampoco por el partido, porque en el partido se eligen las autoridades en la interna, que consiste en manipular con habilidad los padrones en las seccionales o comités.
En muchos casos ni siquiera esto es necesario. Basta que se junten un grupo de amigos con poder en las seccionales, quienes dibujarán la lista que competirá en la interna.
Competir es una expresión que refleja una realidad a medias.
A partir de ese resultado los que ganan la interna hacen la listas de diputados y senadores. ¿Usted los conoce? Probablemente escuchó el nombre en la radio, o lo leyó en un diario, o no lo escuchó nunca, ni tiene la menor idea de donde salieron.
Bueno, si sabe de donde salieron. Del partido. Pero difícilmente lo conocerá personalmente. Tampoco conocerá sus antecedentes, lo cual puede ser una buena cosa  En muchos casos no conocer los antecedentes es bueno, para no sumergirse en el horror.
Este razonamiento me lleva a concluir que el pueblo no tiene representantes. Y es así porque el pueblo no participa de la selección ni de la elección de los candidatos.  Eso es tarea de la cúpula.
Si usted tiene un  problema y quiere apelar a su diputado, se enfrenta a una misión imposible. Usted no sabe quién es su diputado, no tiene recursos para identificarlo, y su delicadeza personal le impedirá molestar a ese salvador de la patria, misterioso y desconocido, dedicado las 24 horas del día a trabajar. ¿Para quién? Para la patria, seguramente.
Esto podrá ser cierto o no. De lo que podemos estar seguros es que a través de este sistema de elección de legisladores, no estamos representados de ninguna manera, de donde, la participación de la comunidad en la actividad del gobierno a través de sus representantes, como dicen los textos, constituye uno de los mitos mejor preservados por los que mandan.
Mentiras, mentiras, no tienen  perdón, dice una canción. Por suerte existen los monos sabios. No explican nada porque no es necesario. Lo grave es que parece no importarle a nadie. Bueno, a nadie no, solo a los que medran tranquilos mientras todo siga igual. Y los otros? Los otros no existen, solo anda por allí. Desde hace muchos tiempo. Los monos sabios todavía no los descubrieron. Si los descubrieran no sabrían que decirles.

LA JUVENTUD



La juventud tiene la particularidad de conciliar el orden con el desorden, según surge de las manifestaciones de los estudiantes del Colegio Nacional, durante la semana. Dijeron que pretendían un orden administrativo, alterado por el director del colegio.
Para recuperar ese orden, los estudiante apelaron al desorden. Parece una contradicción, pero no es así.
La juventud siempre se expresa multitudinariamente porque forma parte de su naturaleza. Si las instituciones funcionaran correctamente, los estudiantes hubieran hecho una denuncia en el Ministerio de Educación, o en la contraloría General del Estado, para que se investigara la conducta del director. Esto hubiera ocurrido si los estudiantes confiaran en las autoridades del Ministerio de Educación. Parece que no es así.
De eso se trata. Los estudiantes no confían en el orden administrativo. Descreen de las instituciones, y lo manifiestan públicamente. Creen que es mas eficaz sentarse en la avenida impidiendo el tránsito, que procurar una investigación de las autoridades de educación, que transitará inevitablemente por el túnel del tiempo.
Nadie puede culparlos, aun cuando la protesta no se justifique, como ocurrió cuando se opusieran a que una profesora mujer dirigiera el colegio. Es difícil entender la anacrónica misoginia de los estudiantes, seguramente convencidos  de que la capacidad intelectual y la idoneidad académica radica en el sexo y no en el cerebro.
Lo cierto es que también los jóvenes fueron parcialmente protagonistas del episodio de marzo del 99, cuando los mercenarios los acribillaron a tiros. Al día siguiente se impuso un silencio cómplice, y muchos actores transitaron por las calles, sin asumir la responsabilidad del crimen .
Es natural entonces que los jóvenes sean escépticos  frente a las instituciones.  La impunidad genera desaliento, frustración y estimula los hechos violentos, como natural reacción a la impotencia.
La actitud agresiva de los jóvenes, tiene como punto de partida la incapacidad y venalidad de la administración de justicia. En la negligencia moral de los políticos, en la distorsión de la realidad por parte  de alguna  prensa que con cínica frialdad intenta convertir a las víctimas en victimarios, y a los asesinos en fantasmas inexistentes.
 Me pregunto que idea de la justicia, de la legalidad y de la decencia pueden tener los jóvenes, testigos impotentes de la corrupción de una decadente clase dirigente, desinteresada del futuro de la Nación. 

LA MEDIOCRIDAD



Cuando no se sabe manejar el presente, se acude a buscar culpables en el pasado. Esta es la constante de los mediocres, que no aprended de los lideres desaparecidos. Lo cierto es que el talento político y la inteligencia no son necesariamente hereditarias, ni se adquieren por mera presencia.
Una condición fundamental del talento político es saber definir al adversario. No dividir, ni restar, cuando hay que sumar. La torpeza en estas circunstancias límites no tiene retorno, y revelan las limitaciones de quienes manejan azarosamente el poder, aunque sea en pequeños retazos de la realidad nacional.
Así las batallas menores, fundadas en el resentimiento, generalmente conducen a las grandes derrotas. Solo que esas derrotas, cuando se trata de trata de un vacilante proceso político las pagamos todos. Los que nos dimos cuenta y los mediocres que las provocaron.
Esto dice el maestro Tsun Tsu, teórico de la guerra y la paz en uno de los clásicos de la historia política y militar de China. El pensamiento del maestro, desarrollado hace mas de cuatro mil años, tiene absoluta vigencia, y propongo que se incorpore, como libro de lectura obligatoria en los colegios. El objetivo es trasparente. Que los niños, cuando sean hombres, y se incorporen a la actividad política, no incurran en las mismas tonterías sectarias, menores y mayores, que hoy llevan a cabo los que por accidente conducen parte de la historia.
A veces pienso que nuestro país no anda mal por los malos, sino por los mediocres. Los que no son capaces de definir el camino correcto. Estos personajes, productos del azar de la crónica política, reaccionan frente a su propio desconcierto, con la natural falta de inteligencia y carencia de formación intelectual que es previsible. Buscan chivos expiatorios en el pasado, y si nos los encuentran, los inventan para ocultar la incapacidad de manejar y controlar la realidad. Los pàrlamentos analizan casi siempre la posibilidad de desaforar al presidente.
El presidente se defiende comprando legisladores, que son bastante baratos. Un juego de los corruptos destinado a superar la corrupción. Parece un chiste.  Las paradojas de la historia.
Como decía la tía Edelmira, si no lo veo, no lo creo.
Tal vez conviene detener el tiempo y analizar la historia personal de todos los que participan en el poder. La historia pública y secreta. Una manera de terminar con la conspiración de silencio, para desmontar del caballo de la historia a los falsos héroes.    Sería demasiado duro. Mejor echar un manto de olvido sobre la mediocridad, para evitar al país una vergüenza nacional. Ya tenemos demasiadas

   

DECADENCIA DE IDEAS



Los países del primer mundo desarrollan y controlan el proceso de globalización. Por cierto lo explican y justifican apelando a  lugares comunes, en lugar de generar ideas inteligentes y creíbles.
Afirman que la globalizacion terminará beneficiando a todos los habitantes del planeta, porque extiende el progreso y la tecnología a los territorios y comunidades atrasadas. La expresión “terminará” constituye la clave del problema. Habrá que ver quien termina primero. Si la miseria, para incorporarse finalmente al goce de los  saludables efectos de la globalizacion, o los pobres menesterosos del tercer mundo que padecen sin esperanza y sin plan, una vida lamentable.
Lo cierto es que hasta ahora el proyecto de los países del primer mundo, no ha logrado un cambio en la condición de los países subdesarrollados, ni apunta a una tendencia en ese sentido. En cambio, la implementación política, ha generado nuevos problemas sociales y políticos que se acentúan de manera inexorable.
El triunfo de Le Pen en Francia (12 % de los votos en la última elección) y el de Haider en Austria, con movimientos de fisonomía nazi, antidemocráticos y sectarios, constituye una respuesta a la falta de imaginación y de ideas de los conductores del primer mundo, que no han sabido elaborar una filosofía política, ni un  proyecto comunitario, para enfrentar, sino resolver, los graves problemas estructurales de las sociedades atrasadas.
La discusión entonces se plantea en la coyuntura y no en el fondo de los problemas.
El subdesarrollo se ha introducido en las sociedades desarrolladas. La reacción produce elitismo, sectarismo, autoritarismo, xenofobia y odio al menesteroso invasor extrajero. Los franceses no quieren a los argelinos, como los alemanes y austríacos a los turcos y orientales, así como el ciudadano ingles repudia a hindúes, paquistaníes  u orientales, habitantes de las ex colonias, que hoy sobreviven con justicia, como ciudadanos de primera clase en las antiguas metrópolis. Terminó el tiempo de la explotación imperialista, en una de sus fórmulas y llegó el tiempo de la invasión de los despojados, que pretenden  participar en el deleite del sabroso pastel del primer mundo.
En América se da la misma tendencia. Con la diferencia de que el proceso de diluye en demagogia, populismo y autoritarismo vergonzante. En Europa y Estados Unidos el proceso de globalización implicó un cambio a favor de los países que lo impusieron. En América, Africa y un amplio sector de Asia, la globalización sirve, por ahora solamente, para perfeccionar las penosas condiciones del statu quo.


“LA COSA NOSTRA”


 
Cuando escuchamos los reclamos de los choferes de las empresas de transporte, tenemos la impresión de que vivimos en el siglo XVII. Nos introducimos en el túnel del tiempo y en lugar de pensar en choferes de ómnibus propulsados con motores a explosión, pensamos que se trata de cocheros condenados a tripular la calesa de por vida y sin salario. Solo por la comida.
Aunque la comparación no sea así en términos absolutos, parece increíble que los choferes tengan que reclamar que se pongan en vigencia  las ocho horas de trabajo diario que establece la ley.
Este era el reclamo de los trabajadores ingleses de las minas de carbón durante el siglo pasado. Me temo que seguirá siendo el reclamo de los choferes paraguayos durante el próximo siglo.
Uno de los grandes misterios de este mundo es la impunidad, las reiteradas violaciones de la ley, la prepotencia y la arbitrariedad inmoral de los propietarios de las empresas de transporte.
Simplemente no cumplen las leyes, desprecian al público usuario y se reparten el negocio entre sí, como si integraran una comunidad mafiosa e intocable. La “Cossa Nostra”.
Sobreviven a todos los gobiernos en un impúdico oligopolio que fija sus propias normas, invariablemente opuestas a las de la convivencia civilizada y el progreso.
No se trata solamente de las ocho horas que reclaman con razón los choferes. Se trata de la vida de los pasajeros, amenazada por la inestabilidad técnica de unidades obsoletas, se trata de la vida de los transeúntes obligados a esquivar a los saltos el descontrol de los ómnibus con frenos defectuosos o gastados, se trata de la arbitrariedad de los recorridos “negociados” con las autoridades competentes(?).
¿Quien es el “capo” de la mafia? Debe ser un “capo” antiguo. O funciona el poder hereditario. Como en las mafias que conocemos a través de las novelas, de las películas cinematográficas o de la crónica policial.
El ministro o funcionario que se atreva a ponerle el cascabel al gato pasará a la historia. Como héroe o como difunto. Pero pasará a la historia si el esfuerzo, el coraje y la decisión tienen éxito.
Es sencillo. Basta con declarar caducos todos los recorridos y las autorizaciones para transportar pasajeros.
Habrá que llamar a un concurso en el cual las empresas deberán comprometerse a incorporar vehículos nuevos, modernos y eficientes, tripulados por personal profesional bien pagado. Deberán respetar los horarios y los turnos. Para quienes ganen el concurso, se comprometan y no cumplan queda la alternativa de cancelarles el contrato.
Algunos “patrones” del transporte dicen   que si cumplen esas condiciones, sin duda razonables y civilizadas, el negocio se torna  inviable y pierden plata.
En ese caso deben  cambiar de ramo. Porque son las condiciones que se cumplen en cualquier país del mundo. Menos en un área del territorio de Ruanda y en Paraguay.

Saturday, May 4, 2013

EL COLOR DEL CRISTAL


Existe la vieja convicción de que las opiniones se forman según el color del cristal a través del cual se mira la realidad. Como todos los lugares comunes, esto puede ser cierto como equivocado.
Depende de que el cristal este limpio o sucio, este empañado o tenga algún desperfecto físico. Después de verificar estas posibles  anormalidades, puede ocurrir que  se mire a través el cristal y no se vea nada, lo que significa que no se entiende nada.
Este es el caso. El problema es amplio y complejo.
No todos los que compran el diario lo leen. La radio suele escucharse fragmentariamente en los cortos viajes en auto por la ciudad y la televisión, a la cual la gente le dedica mas tiempo, carece de la posibilidad de explicar lo que pasa, porque los problemas y las ideas difícilmente tienen una representación gráfica. Se puede mostrar la imagen de un campesino pobre, pero no se puede mostrar la imagen del problema para saber por que ocurre y como resolverlo. 
La gente en general no lee libros, y la información telegráfica y deformada que trasmiten los comunicadores, se erosiona mas aún como consecuencia de la falta de formación intelectual de esos comunicadores. La posibilidad de que la gente acceda verdaderamente al conocimiento de lo que ocurre es una mera fantasía.
En el mejor de los casos, quien compra un diario lee solamente los títulos, sin advertir que en la mayor parte de los casos existe un divorcio, sutil o absoluto, entre ese título y el texto del artículo que lo continúa.
Esta condición de la ignorancia,  de la desinformación o de la sub información como dicen los sociólogos, se relaciona con el hecho de que cualquier macaneador limite sus discursos a enunciados telegráficos, grandilocuentes y llamativos, porque nadie tiene la oportunidad de pedirle explicaciones,  con el objeto de trasladar su inquietud, de un interés emocional a un conocimiento inteligente.
Esta condición de la vida política y periodística necesariamente se funda en la distorsión de la realidad, muchas veces en la mentira, en un balbuceo retórico o en el mejor de los casos en una ignorancia inocente, con consecuencias no inocentes, porque agreden las condiciones básicas de lo que debe ser la comunicación en una comunidad civilizada.
Muchos suponen que es indispensable introducir la informática para sacar a los jóvenes y no jóvenes de la ignorancia. Tengo serias dudas de que sea cierto. La cibernética, la televisión  y aun la radio o algún sector del periodismo escrito constituyen solo instrumentos.
Su orientación intelectual puede ser la que escuché de un viejo jefe de redacción. Dijo: “Ya saben cual es la norma de este diario. Haz mal sin mirar a quien. Es necesario vender ejemplares, de cualquier manera, para aumentar la publicidad.”   
 

EL DEPORTE. QUE ES?



El deporte constituye un factor de integración nacional. Deportistas y equipos representan al país. Mas aún cuando se trata del fútbol, el deporte de mayor trascendencia popular. Expresa, como decía un filósofo, la imagen de las multitudes de la democracia.
La muchedumbre de la cancha de fútbol es la materia prima de la estructura republicana. La solidaridad por el objetivo común, la energía en busca del triunfo, la alegría del gol, el llanto solidario en la derrota y la íntima convicción de que si bien los dioses hoy no fueron propicios, lo serán en la próxima oportunidad.
Porque los muchachos pusieron en el partido su sangre, su vida, su ímpetu y el amor a la comunidad. Esa comunidad que vive en este territorio. Es la Patria.
Los partidos que vimos durante la clasificación, muestra que nuestros atletas entendieron el significado de la lucha y pusieron su voluntad y energía al servicio del objetivo. Importa mucho o poco ganar o perder. Se trata de valores relativos. El exitismo en si mismo, no constituye un valor trascendente sino contiene la cuota de solidaridad, integración comunitaria y pasión nacional, que implica dejar en el campo de juego la vida misma. Pero no para morir, sino para trascender.
Esto ocurrió durante los partidos de clasificación y ocurrirá en el Mundial con la selección nacional.
No se trata solo de técnica, aunque la técnica sea importante.  No se trata solamente de recursos materiales, aunque los recursos materiales sean importantes. Se trata de algo mas difícil de definir. Como si en cada partido internacional se jugara el destino de la nación.
No es una exageración. Es un sentimiento.
La confrontación internacional implica una afirmación de la identidad nacional, y expresa la voluntad de prevalecer, como Nación unida y solidaria. Cuando tienen lugar eventos deportivos internacionales, no somos los mismos. La comunicación a través del brillo de nuestras miradas, las voces entusiastas y dramáticamente dubitativas, el temor a la derrota y la convicción del triunfo, se unen en función de un espíritu integrador, que aplicado a cualquier actividad, el país puede cumplir los objetivos que se proponga.
El fútbol,  forma parte de la cultura nacional. Participa de la vida cotidiana, es un componente físico y anímico del proceso de desarrollo. Constituye un hecho político trascendente  que coadyuva a la unión y la solidaridad de los habitantes de este país que quiere crecer, desarrollarse, prosperar y divertirse. Aunque se pierda. Sin  la condena barata de los mediocres.

GENERALIDADES SOBRE EL DESORDEN



Existe interacción entre el desorden moral y el desorden académico. No se sabe cuál es primero y cual segundo, o si surgen simultáneamente en momentos de decisiones grandes o pequeñas.
Después de muchos años de gobierno autoritario el país tuvo oportunidad de hacer una nueva constitución, destinada a ordenar la vida institucional mirando hacia el futuro. Hizo lo contrario. Elaboró una constitución mirando el pasado, procurando que ningún poder del estado tuviera la libertad de acción y la autoridad suficiente para ejercitar su tarea. No se sabe si el desorden introducido por la constitución en la vida institucional, fue la consecuencia del desorden mental de los constituyentes.
Lo cierto es que hoy padecemos absurdos, morales y jurídicos, que alteran de manera aparentemente irreversible, la realidad nacional.
Dos personas pueden ser condenadas mediante la aplicación de una norma jurídica. Una de ellas denuncia la inconstitucionalidad de la norma, obtiene una decisión favorable de la Suprema Corte y sale en libertad. La otra continúa en la cárcel. La norma fue invalidada por inconstitucional, solamente para el primero. La acordada de la Corte carece de valor universal. El segundo continuará preso. Parece cosa de locos.
El Parlamento inició una acción tendiente a que la Corte resuelva si un decreto es inconstitucional. En el caso de que confirme su inconstitucionalidad, la acordada será válida solamente para el Parlamento y para la Suprema Corte. Para el resto del país será constitucional. Parece de locos.
Por eso el desorden académico e institucional genera desorden moral. Los partidos son dueños de las bancas de los legisladores y estos integran las listas de candidatos. Cuando el partido es votado por el pueblo, el legislador se sienta en la banca. Como consecuencia del desorden  moral e institucional supone, erradamente, que la banca es propia. Entonces, si le da la gana se pasa al adversario.
Ignora el hecho de que nunca hubiera obtenido esos votos por sus propios méritos. La ambigüedad institucional y el desorden moral  fabricó abogados, verdaderos profesionales en la distorsión de la realidad y la chicana, y legisladores expertos en un errático tránsito por diversos sectores políticos, según sus aspiraciones personales. También según el oportunismo generado por su ambigüedad moral.
Esto es posible por la Constitución que supimos conseguir. La metodología parece haber sido la confusión, el desorden mental y moral y la inseguridad hacia el futuro.
Ocurre por legislar mirando el pasado.
Me pregunto quien hará una propuesta inteligente para superar estos absurdos jurídicos, que implican un lamentable trastorno moral.