Monday, May 20, 2013

LOS MONOS SABIOS


       

Lo bueno que tiene la democracia con la “libertad de prensa” y la libertad de opinión, es que se puede hacer una encuesta nacional sobre la extraordinaria cantidad de monos sabios, ocultos bajo las tinieblas de la dictadura, que hoy se exhiben con gran entusiasmo bajo el sol.
Es extraordinario y sorprendente. Un fenómeno creo único en el mundo, y si no es así, pido disculpas por mi ignorancia.
Que los Estados Unidos de Norteamérica no puedan superar la crisis financiera, que hace años se veía venir, según dicen los que saben, y que Obama apele a medidas marxistas—leninistas para intentar resolverla, no es sorprendente. Si los tecnócratas hubieran leído a Marx sin prejuicios, habrían descubierto que el marxismo, poco tiene que ver con el comunismo, y se trata de un método de interpretación histórica al que apela cualquier tipio serio, para saber lo que ocurre y como va a terminar. Así sea el Papa o Stiglitz. Ahora Obama aplica el marxismo para intentar, seguramente sin éxito, salvar un sistema cuyo pecado original se funda en preservar los buenos negocios para los amigos.
Como Paraguay es un país precapitalista carece de crisis financiera. Padece una crisis estructural que configura su condición de país subdesarrollado. Esto es, la incapacidad de sostener un auto desarrollo sostenido.
Carece de recursos financieros y tecnológicos. Pero aún mas grave, carece de Plan de Desarrollo económico y social.
A partir de allí se ignoran por desaprensión o ignorancia, razonables y probadas metodologías destinadas a resolver  los temas elementales: desocupación, falta de productividad, de escuelas, salud, política exterior, industria, modernización de la producción agrícola ganadera, etc., datos que configuran la condición del subdesarrollo cuidadosamente ignorados como temas de discusiones y análisis, fundados en estudios serios.
Los monos sabios se expresan tangencialmente en un rico macaneo imaginativo, que los medios repiten machaconamente sin actitud crítica. Parece suficiente llenar las paginas de los diarios y los espacios radiales y televisivos, sin explicar nada, entre avisos comerciales sobre como reducir la cintura, cuidar el peso y el movimiento del pelo de señoras y señoritas o como ser más eficientes en la limpieza de la cocina y la ropa.
Asistimos a la proliferación de ignorantes monos sabios, seriamente preocupados en conocer el significado de la grave circunstancia de que el presidente vuele en un avión privado, a una cita internacional, que se dedique a recomponer la imagen del país, utilizando un montón de horas que debería dedicar a escuchar a los postulantes a cargos públicos de gente con extraordinarios valores reconocidos por su mamá o sus amigos que esperan participar de alguna manera en el suceso. Otros lúcidos ingenieros hidráulicos aficionados, indican con profusión informativa de los medios serios, que se debe hacer con Itaipú, Yacyretá o el río Paraná, para recuperar la dignidad nacional, sin recordar el porqué de los cortes de luz, ni que Asunción vive un oscurecimiento de guerra permanente.
Nunca “los monos sabios” están de acuerdo con las designaciones de los funcionarios, sean buenos o malos, lo sabremos cuando estén en funciones, no antes, y los argumentos recorren un catálogo de objeciones que van desde el recuerdo de que una vez en segundo grado de la escuela elemental fue aplazado en aritmética (ignorando que esto constituye una prueba de inteligencia) o porque se sospecha que compró el auto nuevo con el dinero que le robó a la tía de la mesa de luz. Una objeción realmente comprensible porque en nuestro país,. nadie jamás, históricamente probado, se ha quedado alguna vez con recursos ajenos.
Los monos sabios se asombran de que el gobierno no haya resuelto los sencillos problemas que se arrastran desde la guerra de la triple alianza, cuando cualquiera de ellos (Los MS) tienes fórmulas idóneas para multiplicar la producción, terminar con la desocupación, mejorar los niveles de cultura de la población (campesina y urbana), terminar, con el contrabando, la trata de personas, la depredación ambiental, el tráfico de drogas, la especulación bancaria,  la recuperación de millones de dólares que las buenas gentes honestas preservan fuera el país, para no contaminarse con el “populismo”, expresión que inventaron los círculos de corrupción internacional y locales, para anatematizar a quien pretende desarrollar  políticas destinadas a terminar con la ignorancia, la miseria, la injusticia, el hambre, y la violencia social determinada por la discriminación y la avaricia.
Basta revisar los medios de comunicación, las declaraciones y manifiestos de instituciones empresarias, partidos políticos, grupos sin tierra, sin techo, sin auto, sin club de golf, sin herencia de la tía rica que  donó su fortuna a los salesianos, para descubrir que los monos sabios ocupan la escena nacional, alentados por los monos sabios extranjeros que  hoy no tienen idea e como resolver la crisis mas grave de su historia. Tal vez repitiendo los mismos errores.
Que Dios nos ayude, si es cierto lo que dice el padre Agustín, que investiga lo que saben los jesuitas sobre los milagros divinos, y sobre la misteriosa proliferación de los monos sabios.
El sistema más sencillo al cual se apela  para explicar los problemas que nos preocupan, consiste en encontrar culpables. Verdaderos o falsos.
Es irrelevante saber si verdaderamente el nombre elegido tiene relación con el problema y si verdaderamente es responsable. La gente necesita condenar a alguien para estar más tranquila. O tal vez para canalizar sus broncas, originadas o no en el problema en cuestión.
Y esto ocurre porque la gente no tiene a quien apelar cuando algún problema comunitario le afecta su vida.
La teoría del sistema republicano señala que los legisladores son los representantes el pueblo. Esta es una de las ficciones del sistema democrático de gobierno.
El pueblo no tiene quien lo represente porque el legislador representa solamente a su partido político. Más aún. Ni siquiera a su partido, sino a la cúpula de dirigentes que ejercen el poder en el partido.
La gente no vota a  sus representantes, sino al partido, y como ese conjunto de personas constituye para el ciudadano común una especie de abstracción, es correcto deducir que el pueblo no esta representado por los legisladores.
Tampoco por el partido, porque en el partido se eligen las autoridades en la interna, que consiste en manipular con habilidad los padrones en las seccionales o comités.
En muchos casos ni siquiera esto es necesario. Basta que se junten un grupo de amigos con poder en las seccionales, quienes dibujarán la lista que competirá en la interna.
Competir es una expresión que refleja una realidad a medias.
A partir de ese resultado los que ganan la interna hacen la listas de diputados y senadores. ¿Usted los conoce? Probablemente escuchó el nombre en la radio, o lo leyó en un diario, o no lo escuchó nunca, ni tiene la menor idea de donde salieron.
Bueno, si sabe de donde salieron. Del partido. Pero difícilmente lo conocerá personalmente. Tampoco conocerá sus antecedentes, lo cual puede ser una buena cosa  En muchos casos no conocer los antecedentes es bueno, para no sumergirse en el horror.
Este razonamiento me lleva a concluir que el pueblo no tiene representantes. Y es así porque el pueblo no participa de la selección ni de la elección de los candidatos.  Eso es tarea de la cúpula.
Si usted tiene un  problema y quiere apelar a su diputado, se enfrenta a una misión imposible. Usted no sabe quién es su diputado, no tiene recursos para identificarlo, y su delicadeza personal le impedirá molestar a ese salvador de la patria, misterioso y desconocido, dedicado las 24 horas del día a trabajar. ¿Para quién? Para la patria, seguramente.
Esto podrá ser cierto o no. De lo que podemos estar seguros es que a través de este sistema de elección de legisladores, no estamos representados de ninguna manera, de donde, la participación de la comunidad en la actividad del gobierno a través de sus representantes, como dicen los textos, constituye uno de los mitos mejor preservados por los que mandan.
Mentiras, mentiras, no tienen  perdón, dice una canción. Por suerte existen los monos sabios. No explican nada porque no es necesario. Lo grave es que parece no importarle a nadie. Bueno, a nadie no, solo a los que medran tranquilos mientras todo siga igual. Y los otros? Los otros no existen, solo anda por allí. Desde hace muchos tiempo. Los monos sabios todavía no los descubrieron. Si los descubrieran no sabrían que decirles.

No comments: