Monday, May 20, 2013

“LA COSA NOSTRA”


 
Cuando escuchamos los reclamos de los choferes de las empresas de transporte, tenemos la impresión de que vivimos en el siglo XVII. Nos introducimos en el túnel del tiempo y en lugar de pensar en choferes de ómnibus propulsados con motores a explosión, pensamos que se trata de cocheros condenados a tripular la calesa de por vida y sin salario. Solo por la comida.
Aunque la comparación no sea así en términos absolutos, parece increíble que los choferes tengan que reclamar que se pongan en vigencia  las ocho horas de trabajo diario que establece la ley.
Este era el reclamo de los trabajadores ingleses de las minas de carbón durante el siglo pasado. Me temo que seguirá siendo el reclamo de los choferes paraguayos durante el próximo siglo.
Uno de los grandes misterios de este mundo es la impunidad, las reiteradas violaciones de la ley, la prepotencia y la arbitrariedad inmoral de los propietarios de las empresas de transporte.
Simplemente no cumplen las leyes, desprecian al público usuario y se reparten el negocio entre sí, como si integraran una comunidad mafiosa e intocable. La “Cossa Nostra”.
Sobreviven a todos los gobiernos en un impúdico oligopolio que fija sus propias normas, invariablemente opuestas a las de la convivencia civilizada y el progreso.
No se trata solamente de las ocho horas que reclaman con razón los choferes. Se trata de la vida de los pasajeros, amenazada por la inestabilidad técnica de unidades obsoletas, se trata de la vida de los transeúntes obligados a esquivar a los saltos el descontrol de los ómnibus con frenos defectuosos o gastados, se trata de la arbitrariedad de los recorridos “negociados” con las autoridades competentes(?).
¿Quien es el “capo” de la mafia? Debe ser un “capo” antiguo. O funciona el poder hereditario. Como en las mafias que conocemos a través de las novelas, de las películas cinematográficas o de la crónica policial.
El ministro o funcionario que se atreva a ponerle el cascabel al gato pasará a la historia. Como héroe o como difunto. Pero pasará a la historia si el esfuerzo, el coraje y la decisión tienen éxito.
Es sencillo. Basta con declarar caducos todos los recorridos y las autorizaciones para transportar pasajeros.
Habrá que llamar a un concurso en el cual las empresas deberán comprometerse a incorporar vehículos nuevos, modernos y eficientes, tripulados por personal profesional bien pagado. Deberán respetar los horarios y los turnos. Para quienes ganen el concurso, se comprometan y no cumplan queda la alternativa de cancelarles el contrato.
Algunos “patrones” del transporte dicen   que si cumplen esas condiciones, sin duda razonables y civilizadas, el negocio se torna  inviable y pierden plata.
En ese caso deben  cambiar de ramo. Porque son las condiciones que se cumplen en cualquier país del mundo. Menos en un área del territorio de Ruanda y en Paraguay.

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