Los países del
primer mundo desarrollan y controlan el proceso de globalización. Por cierto lo
explican y justifican apelando a
lugares comunes, en lugar de generar ideas inteligentes y creíbles.
Afirman que la globalizacion
terminará beneficiando a todos los habitantes del planeta, porque extiende el
progreso y la tecnología a los territorios y comunidades atrasadas. La
expresión “terminará” constituye la clave del problema. Habrá que ver quien
termina primero. Si la miseria, para incorporarse finalmente al goce de
los saludables efectos de la
globalizacion, o los pobres menesterosos del tercer mundo que padecen sin
esperanza y sin plan, una vida lamentable.
Lo cierto es que hasta ahora
el proyecto de los países del primer mundo, no ha logrado un cambio en la
condición de los países subdesarrollados, ni apunta a una tendencia en ese
sentido. En cambio, la implementación política, ha generado nuevos problemas
sociales y políticos que se acentúan de manera inexorable.
El triunfo de Le Pen en
Francia (12 % de los votos en la última elección) y el de Haider en Austria,
con movimientos de fisonomía nazi, antidemocráticos y sectarios, constituye una
respuesta a la falta de imaginación y de ideas de los conductores del primer
mundo, que no han sabido elaborar una filosofía política, ni un proyecto comunitario, para enfrentar,
sino resolver, los graves problemas estructurales de las sociedades atrasadas.
La discusión entonces se
plantea en la coyuntura y no en el fondo de los problemas.
El subdesarrollo se ha
introducido en las sociedades desarrolladas. La reacción produce elitismo,
sectarismo, autoritarismo, xenofobia y odio al menesteroso invasor extrajero.
Los franceses no quieren a los argelinos, como los alemanes y austríacos a los
turcos y orientales, así como el ciudadano ingles repudia a hindúes,
paquistaníes u orientales,
habitantes de las ex colonias, que hoy sobreviven con justicia, como ciudadanos
de primera clase en las antiguas metrópolis. Terminó el tiempo de la
explotación imperialista, en una de sus fórmulas y llegó el tiempo de la
invasión de los despojados, que pretenden
participar en el deleite del sabroso pastel del primer mundo.
En América se da la misma
tendencia. Con la diferencia de que el proceso de diluye en demagogia,
populismo y autoritarismo vergonzante. En Europa y Estados Unidos el proceso de
globalización implicó un cambio a favor de los países que lo impusieron. En
América, Africa y un amplio sector de Asia, la globalización sirve, por ahora
solamente, para perfeccionar las penosas condiciones del statu quo.
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