Wednesday, February 22, 2012

DIVAGACIONES DE UN HARAGAN

Lo mejor condición de las conspiraciones secretas es que son absolutamente públicas.

Hace más de un año ya las vecinas comentaban, según mi tía Edelmira, que los ministros de la corte pensaban radicarse por vida en el palacio. No me atrevo decir palacio de justicia, porque me produce acidez y me tiembla la mano. La discusión no se centraba en permanecer o no, en eso había coincidencia total, sino en el límite de edad. Pensaron inicialmente en poner cien años como límite de edad para jubilarse, pero contra toda presunción les dio vergüenza. Finalmente, superada la vergüenza, condición molesta e inaceptable para ministros o ministras de la corte, el retiro se fijó en setenta y cinco años con buena salud. Y si la salud es mala, igual.

Esta voluptuosa pasión por la longevidad burocrática, siempre según la opinión de las vecinas, tiene justificativos serios.

Aseguran la impunidad por ciertas cuentas que no cierran como dicen mis amigos economistas. Dejamos de lado los muertos, porque estos pasaron a la historia y como dice Pepe, el que se muere es el que se jode. Y sin chistar. Y los asesinos e instigadores? Bueno, allí está la clave de la eternización de la corte. Si por pura e insoportable fatalidad, se perturba el previsto orden de las cosas, y aparecen reemplazantes en la corte, que no están dispuestos a continuar el juego, entonces se va todo al diablo y unos cuantos a Tacumbú. Si es que existe la remota posibilidad de que un ladrón rico o un asesino poderoso vaya a la cárcel, hipótesis sin precedentes en el folklore nacional.

Produce otras consecuencias la apasionada adhesión de los ministros a su condición de tales. Algunos socios cuyo nombre no recuerdo ni interesa, accederán al senado por la ventana, ya que la legalidad les cierra la puerta. ¿Para qué quieren acceder al senado? Los conspiradores tendrían mayoría y echarían a presidente, que tiene la absurda pretensión de terminar con ladrones y asesinos. Propuesta inmoral e inaceptable para la multitud de parlamentarios, ministros y ex ministros, militares, vendedores de la calle Palma, contrabandistas, narcotraficantes, tratantes de blancas de negras y mestizas, evasores fiscales, vendedores armas y traficantes de rollos, solo para mencionar algunas legítima actividades de los muchachos que quieren que el cura se vaya

Y este no sabe lo que se prepara? Allí comienza la fantasía. ¿Qué hacer? se preguntó Lenín antes de la revolución de octubre en Rusia.

No estamos en Rusia y el presidente no es Lenin. Se pueden hacer algunas cosas, dice alerta e ingeniosa la tía Edelmira. El presidente puede ordenar al ejército, para eso es el comandante en jefe, que ocupe el parlamento y envíe a su casa a todo los planilleros que figuran como legisladores. El edificio desocupado puede convertirse en escuela o en un prostíbulo, de manera de no cambiar el perfume histórico que dejaron los inquilinos expulsados. A los ministros de la corte habría que respetarlos por la edad. No se debe agredir sus delicados sentimientos. La propuesta de las vecinas, es que se les instale una carpa en la plaza frente al edificio que se niegan a abandonar, por puro amor a la justicia. Cabe la posibilidad de que jueces, abogados y gestores que los acompañaron en su aciaga y difícil lucha por incorporarse plenamente al mundo capitalista, los asistan con generosas participaciones, en recuerdo de sutiles operaciones aritméticas que dieron andamiento a la justicia durante muchos años. ¿Serán capaces de abonar el recuerdo melancólico del pasado, con nuevos abonos que permitan sobrevivir decorosamente hasta el fin de la extensa vida que se adjudicaron?. Quién sabe No se debe confiar demasiado en la gratitud humana.

No se puede anticipar si el presidente reaccionará con estas medidas revolucionarias, contra el golpe de estado. Y que por ahora los conspiradores escamotea responsabilidades económica y penales, para preservar el sagrado orden de las cosas.

Dicen las vecinas, que si el presidente no toma estas medidas en pocos meses retornará a su casa, donde se dedicará a meditar sobre el extraño destino de hombres (y mujeres) que ignoraron el mensaje de la historia.

Y la gente? Que hará la gente? Quien es la gente? Se supone que es el pueblo que transita entre el desaliento, la fatiga moral y la bronca. ¿Y eso sirve? No se. Habrá que preguntar a las vecinas, ellas saben todo.

Tuesday, February 21, 2012

SIMPLES REFLEXIONES SOBRE EDUCACIÓN Y CULTURA

Difícil hablar de educación, y como consecuencia de cultura en un tiempo que vive en permanente crisis de valores. La expresión crisis no implica necesariamente una condición negativa, porque también señala crecimiento. Paraguay y el mundo en general, procuran cada día destruir valores relativos que definieron la fisonomía de la sociedad. Estos valores no son claramente conocidos y aceptados por un sector importante de la comunidad. Fueron asumidos por las clases dirigentes.

Hoy no es así. La estructura de valores que de alguna manera estableció las pautas con las que se relacionó la comunidad fue erosionada y destruida por la especulación, la ambición, la discriminación, el abuso de poder y el acceso a la conducción de la sociedad de personas sin formación.

La educación no implica solamente el necesario relacionamiento

entre maestros y alumnos. Depende de la formación intelectual del maestro y la metodología aplicada para mejorar su condición docente, así como de la calidad intelectual de los alumnos.

El proceso de formación cultural es interactivo, aunque de una manera general los docentes no lo perciben de esta manera. El problema es que en general los docentes no están adecuadamente formados para ejercer su tarea y los alumnos llegan al colegio con la mente suficientemente deformada por la televisión, los prejuicios, el medio familiar, y la ausencia de datos formativos.

Su mente es una esponja que no discrimina, e incorpora toda la in formación, generalmente mala, que provee la calle, los amigos, y la familia.

Para abrirse paso en esa maraña de desinformación cultural, el maestro, maestra o profesor deben estar adecuadamente dotados y formados. Indispensable para aventurarse con solvencia en ese desierto, como consecuencia de que los integrantes de las propias familias carecen de interés, u oportunidad para enriquecer su mente o son víctima de la negligencia. Cualquiera sea su nivel social o económico también se formaron o deformaron en un ámbito reñido con la cultura.

Hacemos un análisis de la conducta de la mayor parte de la población, aceptando que hay excepciones, no muchas, que no invalidan por su número relativo la conclusión general.

Es lógico entonces que jóvenes y adultos padezcan de un universal desinterés por la lectura, lo que genera desinterés por el conocimiento. Los hijos, de alguna manera imitan a los padres. La responsabilidad entonces se reparte entre padres, relativamente ignorante y desinteresados por la cultura, maestros con mala formación elemental y la influencia de los medios de comunicación, particularmente la televisión, instrumento perverso, destinado, según su utilización, a destruir la mente de niños y adultos.

Esta reflexión involucra a los medios gráficos, conducidos y producidos por quienes se autodefinen arbitrariamente como periodistas profesionales, Estos transfieren limitaciones culturales, muchas veces una sólida ignorancia, así como ausencia total de principios éticos, a los lectores que no se limitan a leer avisos comerciales.

Como consecuencia, la población es analfabeta o medianamente analfabeta. Saber leer y escribir, fenómeno no generalizado, constituye un relativo progreso, que no significa introducirse en el mundo de la educación. Pero es un primer paso orientado hacia el acceso a la cultura.

La condición mediocre de la educación, alcanza a los profesionales, situación que se revela en la simple lectura de sus informes y proyectos. Más allá de la lectura y la escritura existe la verdadera educación y la cultura.

Los gobiernos, estimulados por funcionarios del área de la educación, y por directivos de empresas vendedoras de equipos, suponen, equivocadamente que se puede resolver el problema de la falta de educación, con la introducción de elementos mecánicos como las computadoras.

Alientan el mito de que entregando a cada estudiante una computadora, se llegará, por obra de la natural dinámica de los hechos humanos a terminar con el analfabetismo. Se propone entonces la formación de analfabetos funcionales. Sabrán leer y escribir sin mayores problemas, porque finalmente, las faltas de ortografía las corrige la máquina. Algunos llegarán a técnicos en computación, tan ignorantes como cuando tomaron contacto con el instrumento, en el que depositaron sus esperanzas los profesionales de la educación, para los cuales, la cultura sigue siendo un misterio insoldable.

La computadora es una máquina, en principio vacía. Alimentada por fabricantes o distribuidores con programas con diversos sistemas operacionales, indispensables para su funcionamiento.

Puede compararse con un automóvil moderno bien concebido. Sirve para trasladarse o para estrellarse. Depende de quien lo opere. Sin duda, manejar una computadora constituye un hecho cultural tan importante como saber manejar el cuchillo y el tenedor, para comer cada día. Cuando hay oportunidad de comer cada día.

Para introducirse con solvencia en el mundo de la cibernética, particularmente en países con amplios márgenes de pobreza, profesores y funcionarios, deben tener resuelto el tema de la comida. Para que la computadora cumpla, aún parcialmente, su objetivo de instrumento de educación. Constituye una proeza introducirse al mundo de la cultura con el estómago vacío.

De otra manera los estudiantes son precipitados a la mayor desorientación. Lo que constituye también un hecho cultural, lamentablemente demasiado frecuente.

Los filósofos han concluido que cultura es todo lo que constituye la actividad humana. Estudiar, comer, hacer el amor, procrear, casarse o todo lo contrario, hacer deporte, trabajar, vestirse, crear, hacer la guerra, construir o destruir. Todo es cultura. Se puede enfrentar y analizar con absoluta asepsia, académicamente, o descubrir los hechos culturales que sirven al desarrollo de la mente y coadyuvan a la libertad creadora de la inteligencia.

Alcanzar niveles culturales que agreguen un valor positivo e inteligente a la comunidad, no es fácil. Lo más grave es el acceso a la parcial conducción del pueblo de quienes por soberbia e ignorancia se suponen cultos.

Como aquel personaje de Sartre en El Muro, que estudió el diccionario de memoria, para ser considerado culto. Cuando repreguntaron por Napoleón respondió: A la N todavía no he llegado.