Thursday, March 8, 2012

DISPAREN CONTRA LA PRENSA

Los acontecimientos espirituales trascendentes, como el homenaje de la comunidad a la virgen de Caacupé, constituyen una suerte de catarsis en las cuales se ponen en evidencia las más diáfanas y oscuras características de la cultura nacional.

Mas allá del macaneo democrático de los funcionarios y dirigentes de los diversos sectores de la comunidad, las crisis, entendiendo esta expresión como una definición de circunstancias no convencionales, demuestran que la democracia todavía es en nuestro país una suerte de mito inalcanzable, ignorado por torpeza, estupidez u obsecuencia, una rutina de sometimiento a la autoridad transitoria, sin entender que tarde o temprano esa autoridad y sus servidores deberán dar cuenta de sus actos. Deberán? O deberían?

Los jóvenes custodios de la concentración religiosa en Caacupe, actuaron contra los periodistas con la misma primitiva e injustificable violencia de los capangas del presidente y de su ministro del interior. Los periodistas deben ser, para estos funcionarios civiles o militares, ocasionales o permanentes, la expresión de una realidad incontrolable que debe ser reprimida siempre, por las dudas, aunque ningún hecho específico lo justifique.

Los guardianes de la Iglesia y de los funcionarios deben saber que el periodismo constituye una de las expresiones mas reveladoras de la condición institucional de la nación, de manera que la agresión contra los trabajadores de la prensa debe interpretarse como la opinión profunda y auténtica de esos señores sobre su particular idea de democracia.

Los periodistas no somos absolutamente la democracia, ni pretendemos presentarnos como vestales impolutas de la comunicación. En nuestro gremio, como en cualquier otro, existen buenos y malos, venales y honrados, servidores incondicionales al patrón de turno o espíritus independientes que expresan e interpretan los intereses de la comunidad. Son muy pocos, pero existen.

En cualquier caso, la actitud de los violentos contra la prensa, pone en duda la autenticidad del recitado democrático que se ha convertido en el discurso preferido, precisamente de quienes no tienen la menor idea de lo que es democracia ni respeto por la labor informativa, a la cual acuden en cada momento en que es agredida su condición de ciudadanos, porque un periodista iluso pretendió escribir la verdad, antes que el director propietario lo expulse por indisciplinado.

La bochornosa agresión contra los trabajadores de prensa muestra una realidad que imaginábamos superada. Sin embargo, continúa participando de la ambigua y retrograda actitud de un autoritarismo ancestral, siempre alerta contra la libertad y la democracia.

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