La corrupción no tiene fronteras. Ni internacionales
ni locales.
Debemos ser honestos. Ningún partido puede pretender
tener el monopolio de la corrupción. Sería una pretensión fundada en la
soberbia, y la soberbia destruye los espíritus.
Cualquiera tiene derecho a ser corrupto, en un
partido político, en una
institución pública o en la pizzería de la esquina. La corrupción se refugia
con mayor intensidad en algunos lugares, como si fuera incorporada al ámbito
en que se desarrolla con energía y
libertad.. El espíritu imperecedero de los transgresores no abandona la escena
del crimen y permanece adherida a las paredes, a los escritorios y los
expedientes.
Pensemos en la Contraloría General de la Nación. Se
fue Fretes Ventre, contralor, procesado por mas de diecinueve delitos. Ocupó su
lugar Francisco Galiano que se propuso superar las marcas de su antecesor.
En poco tiempo acumuló méritos notables..Ocultó los
ilícitos que llevó a cabo el ex ministro de agricultura, introdujo el mas
afectuoso nepotismo en la designación de funcionarios y se convirtió en
operador de la recaudación compulsiva de dinero de los funcionarios, para
financiar la campaña política de su hermano.
Todos liberales, lo que despeja el sectarismo de
imaginar que solo entre los colorados hay corruptos.
Un filósofo alemán escribió sobre la solidaridad
social por semejanza. Este es un ejemplo cercano. La corrupción no es
privilegio de nadie. De manera que tienen razón los que se aterran frente a la
posibilidad, todavía remota, de que un Franco llegue a la presidencia. Pero los
correligionarios tienen esperanzas. Todo puede suceder.
Hay que reconocer que la alianza de liberales con
oviedistas, incorpora un nuevo impulso a diversos proyectos de corrupción en
marcha. Hay que estudiar y aprender. Circula un manual para el mejoramiento y
desarrollo de ilícitos, que lleva la firma y la inspiración del líder del
alazan.. Los que sepan leer que aprovechen. Los demás, aprenderán mirando.
Siempre conviene asimilar la experiencia de los
maestros que incursionan en el trafico pesado de la drogas, y del contrabando
en general. También en coronel.
Esta área se ve naturalmente favorecida por la
globalización, pero en los oscuros reductos de la contraloría, cualquiera mas o
menos dotado, puede encontrar soluciones rápidas para satisfacer las legítimas
aspiraciones de enriquecerse. Lo importante es pertenecer a un grupo. Los
amigos son los amigos.
Conviene establecer un ranking de corrupción. No basta la calidad. Es indispensable
ampliar las bases de la complicidad. El que quiera aprender debe asomarse a la
contraloría.
Alguien propuso llamarla, la Escuela del Crimen.
Parece exagerado.
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