Wednesday, October 26, 2011

A QUIEN LE IMPORTA?

Los slogans políticos sobreviven a las realidades políticas. Son fáciles de recordar, y se incorporan como lugares comunes indiscutibles, permitiendo que cualquier ignorante hable sobre cosas que desconoce.

Esto se observa cada día en los medios de comunicación y en su complemento de medio pelo que son las encuestas de opinión, cuando están hechas por improvisados. Ocurre que la encuesta se funda en obtener respuestas de la gente sobre temas cuya naturaleza ignora, a partir de preguntas organizadas por otra gente que padece de las mismas limitaciones culturales sobre los temas a los cuales pretende referirse la encuesta. Se trata mas o menos de la misma mecánica de los "micrófonos abiertos” en las radios donde cualquiera opina sobre cualquier cosa, demostrando generalmente una absoluta ignorancia, a la que hay que agregar una malévola intención y el resultado de un negocio privado con quien paga el tiempo y la llamada con el objeto de crear opinión.

Sería incorrecto decir que estos hechos integran la naturaleza de las crisis, pero sin duda constituyen una expresión de las mismas porque se proponen distorsionar la realidad evitando bucear en el fondo de los problemas. Se trata de la superestructura de la superchería y el macaneo de lo cual participan periodistas, economistas, políticos, empresarios y funcionarios con la misma vehemente y común voluntad de no aceptar la realidad.

Si proponemos problemas de medicina a los plomeros, o problemas de ingeniería a los políticos se obtendrán resultados semejantes a los que se obtienen en las encuestas, porque aplican la misma mecánica de investigación.

El ejemplo más sencillo consiste en adjudicar el origen de las crisis financieras solamente a la corrupción de los banqueros. El hecho de que pueda no ser así, no significa que los banqueros no sean corruptos.

Pueden serlo en mayor o menor medida, pero se supone razonablemente que lo que deberían pretender es preservar el negocio para que continúe, aunque en muchos casos transfieran la acción del código de comercio al código penal. Esta parece ser la clave para interpretar las crisis financieras actuales, originadas por la voracidad de quienes manejan los recursos financieros del primer mundo y de los otros mundos. Si es que hay varios, como indica la estúpida soberbia del que se auto define como primero.

En nuestros países las crisis financieras son consecuencia de las estructuras económicas del subdesarrollo. De la incapacidad de producir los bienes que necesitamos vender, con el objeto de generar recursos destinados a comprar. Subdesarrollo económico social, que en nuestro caso es estructural y profundo, de manera que suponer que las crisis financieras se resuelven con el pago a eventuales ahorristas burlados, es una pretensión insólita que margina cualquier razonamiento.

Hay que leer las recetas del FMI. Asombran. Lo mejor que se puede decir de los técnicos internacionales es que carecen de imaginación o les resulta más fácil copiar los viejos planes, fracasados tantas veces, que pensar un poco, interesarse por la realidad, y proponer planes imaginativos e inteligentes, fundados en la naturaleza económica y social del país al que pretenden ayudar.

Lo preocupante es que los empresarios, los tecnócratas nativos, los comunicadores y el sonsaje en general, aplauden esos planes y buscan luego un chivo emisario para culparlo por las crisis. Posiblemente el ministro de economía o el presidente. O tal vez el General Bernardino Caballero. ¿Porque no el Mariscal López o Gaspar Rodríguez de Francia? ¿Quién convendrá más para tener tema durante el año?

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