Monday, January 28, 2008

FICCIONES DE LA DEMOCRACIA

El sistema más sencillo al cual se apela para explicar los problemas que nos preocupan, consiste en encontrar culpables. Verdaderos o falsos.
Es irrelevante saber si verdaderamente el nombre elegido tiene relación con el problema y si verdaderamente es responsable. La gente necesita condenar a alguien para estar más tranquila. O tal vez para canalizar sus broncas, originadas o no en el problema en cuestión.
Y esto ocurre porque la gente no tiene a quien apelar cuando algún problema comunitario afecta su vida.
La teoría del sistema republicano señala que los legisladores son los representantes el pueblo. Esta es una de las ficciones del sistema democrático de gobierno.
El pueblo no tiene quien lo represente porque el legislador representa solamente a su partido político. Mas aún. Ni siquiera a su partido, sino a la cúpula de dirigentes que ejercen el poder en el partido.
La gente no vota a sus representantes, sino al partido, y como ese conjunto de personas constituye para el ciudadano común una especie de abstracción, es correcto deducir que el pueblo no esta representado por los legisladores.
Tampoco por el partido, porque en el partido se eligen las autoridades en la interna, que consiste en manipular con habilidad los padrones en las seccionales o comités.
En muchos casos ni siquiera esto es necesario. Basta que se junten un grupo de amigos con poder en las seccionales, quienes dibujarán la lista que competirá en la interna.
Competir es una expresión que refleja una realidad a medias.
A partir de ese resultado los que ganaron la interna hacen la listas de diputados y senadores. ¿Usted los conoce? Probablemente escuchó el nombre en la radio, o lo leyó en un diario, o no lo escuchó nunca, ni tiene la menor idea de donde salieron.
Bueno, si sabe de donde salieron. Del partido. Pero difícilmente los conocerá personalmente. Tampoco conocerá sus antecedentes, lo cual puede ser una buena cosa En muchos casos no conocer los antecedentes es bueno, para no sumergirse en el horror.
Este razonamiento me lleva a concluir que el pueblo no tiene representantes. Y es así porque el pueblo no participa de la selección ni de la elección de los candidatos. Eso es tarea de la cúpula.
Si usted tiene un problema y quiere apelar a su diputado, se enfrente a una misión imposible. Usted no sabe quien es su diputado, no tiene recursos para identificarlo, y su delicadeza personal le impediría molestar a ese salvador de la patria, misterioso y desconocido, dedicado las 24 horas del día a trabajar. ¿Para quién? Para la patria, seguramente.
Esto podrá ser cierto o no. De lo que podemos estar seguros es que a través de este sistema de elección de legisladores, no estamos representados de ninguna manera, de donde, la participación de la comunidad en la actividad del gobierno a través de sus representantes, como dicen los textos, constituye uno de los mitos mejor preservados por los que mandan.
Mentiras, mentiras, no tienen perdón, dice la canción.
Salió en verso.

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