Wednesday, January 23, 2008

LA TRAMPA DIALÉCTICA

La última manía dialéctica de algunos políticos, particularmente cuando se convierten en colaboradores periodísticos de un medio, consiste en afirmar que todos los problemas del país son políticos.
Comparto la idea. La actividad humana es filosóficamente y prácticamente política y a partir de esta premisa es que conviene analizar la realidad.
Cuando Juan mate a María por la mejor razón que encuentre, y seguramente encontrara varias prudentes y sabias, no debe ser procesado por homicidio y mucho menos condenado. Hay que sentarse con el sobreviviente, en este caso con Juan, y dialogar para analizar las circunstancias del episodio en su contexto real, expresión que les encanta a los políticos que se dedican a comentaristas políticos. La drástica solución domestica del problema de la pareja en ningún caso será definido como crimen. Deberá encontrarse una solución política al diferendo, aunque la contraparte no pueda participar del arreglo político porque se ha incorporado definitivamente a la condición de difunta.
Lo mismo ocurre con el banquero que estafa a los ahorristas porque decidió marchar a París con su secretaria, lo cual implica algunos gastos no previstos. Debe ser invitado a una mesa de dialogo político para analizar sus motivaciones, que a la luz de las curvas sensuales de la secretaria seguramente encontraran abundantes justificativos.
Lamento no tener suficiente espacio para abundar en mas ejemplos objetivos y académicos, expresivos de la condición humana, que es esencialmente política.
Solo que la conclusión general perturba. Lleva a la conclusión de que la ley, la Constitución, el respeto por el vecino, el derecho a sobrevivir, el orden indispensable para regular una vida civilizada y asegurar condiciones básicas que aseguren en el tiempo la indiscutible vocación de sobrevivir de los individuos y de las individuas, correría un riesgo lleno de imaginación creadora que puede resultar particularmente dramático, si uno asume el estúpido rol de víctima y no de victimario.
Si un general o un presidente ignora la Constitución, pide de manera prepotente la liquidación física o la renuncia de un funcionario que no le gusta, patea el tablero como dicen los ajedrecistas e intenta tirar a la basura diez años de torturado esfuerzo por asegurar las condiciones de un relativo orden democrático, suficiente para que el país funcione, no habría que juzgarlo y mucho menos condenarlo. Basta asentarse con el protagonista del entuerto en una mesa de dialogo y encontrar una solución política para este tema venal (violar la ley) que no sería en realidad mas que un insignificante problema político.
Si bien entiendo que no necesita interpretes, insisto en interpretar en este comentario el pensamiento vivo de algunos políticos ocasionales colaboradores, de un medio.
Para completar de manera sencilla y eficiente ese sistema de pensamiento, propongo licenciar con carácter definitivo a todo el Poder Judicial, terminar con la insignificante representación del Poder Legislativo y quemar los ejemplares de la Constitución y las leyes en un acto de exorcismo público y purificador en la Plaza de los Héroes, para terminar definitivamente con esas pavadas.
Después, que Dios nos ayude. Si puede.

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