Wednesday, January 30, 2008

¿FUNCIONA EL PARAGUAY?

Un director del Banco Central se quejó de que ellos, los directores del Banco, no podían hacer milagros, para resolver los problemas económicos del país.
A partir de este tipo de afirmaciones, sin duda honestas, pero absolutamente equivocadas, es que se debe encontrar la clave de la postración de un amplio sector de la actividad económica nacional. El error del director, consiste en suponer que los directores del Banco Central deben ser los responsables de la política económica nacional.
La confusión conceptual se funda en el hecho de que, como no hay política económica nacional, la cual debería ser delineada por el Poder Ejecutivo, con el auxilio del Congreso Nacional, los directores del Banco Central suponen que son responsables del sistema, como si la política económica consistiera solamente en proteger, variar, o incrementar las tasas de interés de los prestamos en función de valores desconocidos, intuitivos o arbitrarios.
Las tasas pueden ser bajas o altas y esta condición es sin duda importante, pero su nivel debe ser la consecuencia de un proyecto económico nacional inteligente. No que ocurra al revés, que las tasas determinen por si mismas que tipo de economía es posible hacer en este momento.
Parece un disparate imaginar que el Banco Central deba hacer lo que no hace el presidente. Para eso hubiéramos evitado las elecciones, empobreciendo al trío dinámico del Tribunal Supremo de justicia Electoral, pero nos hubiéramos salvado de padecer las debilidades, caprichos y desconciertos del presidente, así como el macaneo semántico de sus asesores económicos, infantilmente tan caprichosos como el propio heredero del sillón de López.
La política económica es demasiado importante como para que deban manejarla un puñado de técnicos contratados por el Banco Central, que se convirtió en una institución trascendente a partir del momento en que un grupo de funcionarios del viejo régimen decidió enriquecerse con la construcción de ese soberbio edificio que costó millones de dólares, además de los que roban todos los días como una rutina fascinante envuelta en el silencio y complicidad.
La política económica debe diseñarla el presidente a la luz de objetivos políticos y económicos integradores, sin perder de vista el mundo. Para eso deben cumplirse varias condiciones.
Que haya presidente, que sepa que tiene que hacer y que exhiba el poder de hacerlo. Además, que tenga la astucia de no confiar en las sugerencias de los asesores, que podrían querer hacer un buen negocio de comisiones, contratando créditos internacionales millonarios, además de los que se han otorgado y no utilizamos.
Mientras algunos funcionarios, como los del Banco Central supongan que de ellos depende la política económica, Paraguay se debatirá en el atraso. Como hasta ahora.

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