Friday, February 1, 2008

LA CORRUPCIÓN

Se escucha frecuentemente decir que el problema más grave del país es la corrupción. Independientemente de que la corrupción exista, creo que se trata de una afirmación especulativa con objetivos políticos. El que denuncia la corrupción como un mal endémico en la historia nacional, esta tratando de demostrar que él no es corrupto. Mediante un ingenuo razonamiento bastante inocente pretende demostrarnos que esa cosa, la corrupción, es crimen ajeno, en cambio él vela por la decencia.
Esto le ocurre a la mayor parte de los corruptos que a su condición de tales agregan el desparpajo, y la loca idea de que la gente no tiene buena memoria.
Es interesante saber cual es la naturaleza de un corrupto. Es venal, frívolo, cambiante, oportunista, desleal, esencialmente amoral e inconsecuente. Maneja con libertad las variadas e imaginativas formas de la traición, sin que esta palabra tremenda tenga las connotaciones dramáticas que pudieran tener para un hombre de bien.
Para el sujeto estructuralmente corrupto cambiar de carpa en medio del estruendo político es normal, si los beneficios personales que obtiene con el cambio son suficientemente atractivos. La habilidad circense para instrumentar el cambio y ejercitar la pirueta especulativa de la nueva alternativa, constituye para el corrupto una afirmación existencial de su personalidad, preñada de negligencia moral hacia sí mismo y hacia la comunidad.
El cambio para el corrupto no es expectativa de progreso de la comunidad, sin prejuicios ideológicos o intelectuales. Tampoco sano pragmatismo político. Es solamente ubicación personal amparada por él más primitivo espíritu de supervivencia fundado en la deslealtad y la obsecuencia. Ayer medraba amparado por la protección del que ahora define como el enemigo.
Así es mas o menos la naturaleza del corrupto.
Se me ocurren estas reflexiones después de escuchar a un empresario condenar la corrupción. De acuerdo a sus antecedentes es difícil saber que es lo que quiso decir.
Algunos ilusos corruptos pretenden compararse con el ministro francés Talleyrand, (últimamente instaló un restaurante en Asunción), y permaneció impertérrito a lo largo de tres gobiernos. República, monarquía e imperio. Aunque no en este orden. No es posible la comparación. Talleyrand era Francia. Los otros eran transitorios.
Se podrá discutir la idea, pero de todas maneras es ajena a la barata corrupción que se denuncia cada día. Entender la diferencia puede ser para muchos una misión imposible.

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