Wednesday, February 20, 2008

EL PERIODISTA

Cuando se habla de los periodistas, el recuerdo inicial es para los periodistas muerto en las guerras, o asesinados por los dictadores, cuando cumplían con el deber de informar.
Como en todos los trabajos que se desarrollan en áreas críticas de la realidad, tiene lugar una interacción fluida entre el empleo, con el cual se descuenta el salario y la vocación. Generalmente el periodista no puede ser otra cosa que periodista.
En las oportunidades en que los avatares de la vida lo arrojan fuera de la profesión, se siente desarraigado. Un poco inútil, melancólico y sin alegría. Aunque gane mas dinero vendiendo automóviles o publicidad.
Porque el periodismo llega a constituirse en una manía. Una deformación patológica que llena de regocijo cuando lee el texto escrito la noche anterior o descubre una parte de la información, obtenida durante el tumulto, volcada en la primera o en la última página. Todas las páginas del diario o los tiempos en la radio y la televisión, son igualmente valiosos.
Es imposible imaginar el mundo moderno sin periodismo y sin periodistas. Odiados o amados, criticados o exaltados. Por contar lo que ven o lo que saben. Porque en eso consiste la tarea fundamental: Informar.
Las opiniones pertenecen a otra área. Pueden existir en el medio u omitirse. Se puede transferir al lector, al espectador o al oyente la responsabilidad de analizar, interpretar y sacar conclusiones, pero para cumplir cualquiera de esas alternativas, con algún resultado satisfactorio es menester estar informado. Objetivamente. Sin prejuicios. Con libertad.
El periodismo ocupa un área sensible de la realidad. De allí que la responsabilidad y la lucidez, deben ser condiciones esenciales en la labor de los periodistas. Porque el lector carece de caridad y no tiene porque tenerla. Analiza, escoge, aprueba o castiga. Compra otro diario o gira el dial, si sospecha de la información.
Por eso el periodismo libre, abierto, desprejuiciado, sin sectarismos, se ha convertido en parte sustancial de la vida democrática. Debe asumir compromisos. Con las instituciones republicanas, con la verdad, con la justicia, con la decencia. Esto significa compromiso profundo con el pueblo. Sin exclusiones ni arbitrariedades.
Muchas veces la información es irritante. Muchas veces la realidad es irritante. El medio de prensa es un espejo. Muestra lo que ocurre, si tiene el suficiente coraje para informar sin ataduras espurias, sin prejuicios bastardos y sin asociarse a aventuras disgregadoras de la sociedad.
El conocimiento que provee el periodismo, esa es su misión especifica, debe unir y no desunir, debe integrar y no desintegrar, debe coadyuvar a descubrir el camino correcto para superar las graves contradicciones que provocan el atraso material y cultural de la comunidad.
El periodismo es el oficio de la libertad. Y los periodistas son trabajadores al servicio de las esperanzas y objetivos de la nación.
Por eso deben informar con veracidad. Aunque duela. Es la única manera de saber lo que debe hacerse.

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