Friday, February 1, 2008

LA SERIEDAD DEL PRIMER MUNDO

Los países serios del primer mundo cada día sorprenden con opiniones carentes de seriedad.. El presidente Bush se empecinó en derrocar a Saddam Hussein, porque suponía que fabricaba armas de destrucción masiva. Luego se probó que Irak no contaba siquiera con los elementos técnicos indispensables para fabricar armas de destrucción masiva. Pero como se trata del presidente de la mayor democracia del mundo, es indispensable sacralizar sus expresiones y no discutir. Si discutimos seremos acusados de terroristas. Luego de la muerte de miles de iraquíes el mundo descubrió que no había armas de destrucción masiva. Además, por supuesto, de las norteamericanas
Ocurre que el presidente norteamericano fue elegido con el oportuno auxilio de su hermano gobernador de la Florida, que le encontró cuatrocientos votos para poder derrotar a Al Gore.
Si no se trató de un cuento fue por lo menos sospechoso. Si hubiera ocurrido en Lambaré, el mundo democrático pondría el grito en el cielo, pero como ocurrió en la catedral de la democracia conviene mirar para otro lado.
Lo curioso es que según la pintoresca secretaria de estado de la Casa Blanca, la señorita Condolezza Rice, propuso en su oportunidad el reemplazo de Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, elegido por los palestinos. Lo acusó de ilegítimo. Me pregunto que cosa es la legitimidad a la luz de los hechos que comento, protagonizados por los dirigentes serios del primer mundo.
Después del atentado a las torres gemelas de Nueva York, Bush decidió que el responsable era Bin Laden y que éste está refugiado en Afganistan, de manera que ordenó arrasar ese país, con lo cual mató un número indefinido de afganos, sin la certeza de haber matado a Bin Laden.
Según el presidente Bus, los terroristas enemigos de Estados Unidos, enviaron un virus, ANTRAX, por correo, lo cual provocó cinco muertes. Ahora resulta que el autor del atentado es un científico norteamericano, empleado por un laboratorio oficial, disgustado con el gobierno. Ese atentado no hubiera tenido efecto en nuestro país donde todo el mundo sabe que el correo anda como la mona.
El Tribunal Penal Internacional resolvió que el ataque de Israel al campo de refugiados palestinos en Jenin, no fue genocidio, porque apenas murieron cincuenta personas. Se trata entonces de un problema de aritmética. Habría que preguntarle al Tribunal cuantos chicos, mujeres y civiles en general hay que matar, para que se considere genocidio. Si el Tribunal estableciera una tablita con el número de asesinados necesario para considerar que se trata de genocidio, todo sería mas fácil. Bastaría con restar un nombre para entrar en la legalidad humanitaria del asesinato por fuerza mayor.
Pero no es todo. El Tribunal Penal Internacional se creó para condenar crímenes de guerra. Estados Unidos, China, Rusia e Israel se niegan a aceptar el Tribunal. Quieren carta blanca para liquidar enemigos, supuestos o reales, en Afganistán, Irak, Chechenia, China o Palestina.
Bush dice que existe un eje del mal que une Irak, Iran y Corea del Norte. Habrá que encontrar un nombre para el eje constituido por los cuatro países que se oponen al Tribunal Penal Internacional.
Propongo que adivinen ese nombre. Quien resuelva el acertijo será premiado con un viaje para dos personas a Guantánamo, para estudiar los métodos democráticos aplicados a los prisioneros para que confiesen lo que saben y lo que ignoran.
Todo está amparado por la seriedad de los políticos del primer mundo.

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