Monday, February 18, 2008

POBREZA DE IDEAS

Los procesos históricos elaboran su propio lenguaje. Los medios de comunicación, orientados por quienes manejan el poder real, incorporan una particular terminología, presuntamente cargada de ideas, que terminan convirtiéndose en conceptos sagrados e indiscutibles, aunque no sean verdaderos.
Esto ocurre con la globalización, panacea de la cual se espera la solución de los problemas que acosan al mundo subdesarrollado, que es la mayor parte del mundo conocido.
Quienes repiten machaconamente que la instrumentación de la libertad de mercado permitirá alcanzar el progreso y la prosperidad de las comunidades sumergidas, describen una hipótesis teórica con pocos antecedentes históricos reales.
Esta afirmación no significa que la economía de mercado constituya una trampa semántica mentirosa, porque su aplicación ha tenido buen resultado en algunos países.
Lo que conviene agregar es que los países beneficiados con esta política eran además, potencias militares con una larguisima experiencia histórica. Heredaron los trabajos y fatigas de los viejos imperios, debieron cambiar algunas cosas, y continuaron aprovechando la condición de países privilegiados.
No se sabe de países subdesarrollados sin tradición cultural y técnica, que merced a la libertad de mercado crecieron y pudieron satisfacer sus expectativas.
Lo que puede decirse es que algunos fueron pragmáticos, usaron lo bueno, desecharon lo malo, y pusieron su imaginación y creatividad al servicio de la solución de los problemas generados por el atraso y la ignorancia.
Peter Drucker, a quien nadie puede acusar de simpatizante socialista, en sus Nuevas Realidades, cuenta que el crash de un oscuro y alejado Mercado de Valores, el de Viena en 1873, señaló el fin de la era liberal, esto es, el final de un centenar de años en que el laissez faire fue el credo dominante. Dice que “si 1873 significo el fin de la era liberal, 1973 marcó el final de la era dominada por las doctrinas y políticas formuladas por primera vez en los años 60 del siglo XIX. Ya sean estas liberaldemocratas, socialistas, marxistas o nacionalistas. Todas esas doctrinas se convirtieron rápidamente en tan ineficaces como lo fue el laissez faire liberal desde 1873.
La terminología que expresaba las ideas de la generación liberal del Príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria, de John Stuart Mill y de los revolucionarios de 1848 en Europa, son todavía moneda corriente entre los neoconservadores, así como entre los presuntos socialistas de hoy.
Los economistas, los banqueros, los empresarios, los periodistas, los políticos y los comunicadores sociales debaten acerca de cómo superar las crisis. Todavía no se ha escuchado a nadie preguntarse sobre las causas que nos llevan a ellas.

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