Monday, February 18, 2008

ELTUNEL DEL TIEMPO

Llegó a mis manos un libro escrito por Julio Cesas Frutos y Helio Vera, sobre pactos políticos. Recomiendo su lectura. El libro ofrece una buena información histórica y reproduce textos que no deben ser olvidados.
Transcriben parte de un libro de Alfredo Jaegli, no éste de hoy, sino de algún antepasado pensante agudo y preciso en sus opiniones. Después pueden haberse confundido los genes.
Lo cierto es que el libro titulado “Albino Jara, un varón meteórico” hace una crónica puntual de los acelerados ascensos militares de este mayor, que en poco tiempo fue teniente coronel y luego coronel, hasta llegar a presidente, oportunidad en la cual quiso ser ascendido a General. Alcanzó el objetivo en los papeles, pero después lo echaron y ya no pudo calzar las presillas del generalato.
“Jara - dice el libro de Frutos y Vera - “pasara a la historia como el arquetipo del militar mesiánico, que confunde su desorbitada ambición de poder con los intereses de la nación. Las circunstancias históricas pusieron en sus manos el control el Ejército y, por consiguiente, la posibilidad de convertirse en árbitro de la política. Pero su intemperancia, su mesianismo y su temeridad eran una combinación explosiva que solo podía causar innumerables males al país, como fue probado reiteradamente”.
Mas adelante agregan que no era un enamorado del dinero, y no se preocupaba de negocios (lícitos o ilícitos, digo yo), actividad que, décadas después concentraría desmesuradamente el interés de muchos altos jefes.
Por eso hay que leer historia, porque como dice mi tía Edelmira se repite.
La primera preocupación del coronel Jara fue la de constituir un movimiento político que le sirviera de vinculación con el pueblo.
Jaegli, su biógrafo define a sus seguidores “como la gente que carecía de relevancia en los partidos tradicionales, los desalojados, los resentidos, los tránsfugas, los bien intencionados, los traidores, los descreídos, los patrioteros y los apolíticos. La Unión Nacional (su movimiento) era así una facción, la unión de los desunidos, sin otro ideal que la sed de mando, sin otra mística que el gobierno y su provecho, sin otro norte que el odio que cada uno sentía por el partido tradicional – republicano o liberal -, que lo hubiera desalojado de sus posiciones o que podría anularlo en el juego regular de la política. Jara creía que, o se le hacía creer, que un partido político podía ser manejado como un cuartel. Y que la “tradición” es una palabra vana”.
Finalmente sus camaradas del ejército reaccionaron y terminaron expulsándolo el poder. Salió del palacio de gobierno vestido de frac y abordó la lancha que lo conduciría a un barco brasileño anclado en la rada.
Leyendo este libro frente al televisor encendido, en el que se proyectan las imágenes de lo que ocurre con algunos personajes en la actividad política actual, me levante a mirar el calendario porque creí que había entrado en el túnel del tiempo y estaba en 1911.
Cuando digo que hay que leer historia, saber lo que ocurrió ayer para reflexionar sobre lo que puede ocurrir hoy, no es una exhortación inútil.
Debo agregar que Albino Jara introdujo en los conflictos políticos la metodología del fusilamiento por la espalda, para someter definitivamente, a sus adversarios.

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