Wednesday, November 19, 2008

AMANECER IMPREVISIBLE

Se habla contra el gobierno. Se cuestiona su legitimidad, la falta de proyectos, la vieja rutina de algunos focos de corrupción.
Casi es cierto. Pero no se menciona como revertir el proceso y acceder a la legitimidad. Cual puede ser un proyecto inteligente para terminar con el atraso, ni como erradicar definitivamente la corrupción. Tampoco se menciona quienes tienen el talento, la capacidad y la honradez necesaria para cumplir esos propósitos.
Ocurre que los delincuentes denuncian la delincuencia, los ignorantes la falta de capacidad, los cómplices de asesinatos reclaman el estado de derecho.
El Siglo XXI también es cambalache. Me pregunto cuál es el proyecto de cambio, si hay alguno, y quienes son sus promotores.
Acaso los medios de comunicación, los políticos, los empresarios, o los sindicalistas. Dicen que el presidente no tiene experiencia y no hace nada. De allí a proponer que se vaya hay un paso. Los tradicionalistas, dicen que los militares deben dar un golpe. ¿Y después? El gobierno a la Corte. Cual corte? Esta? En cincuenta años de periodista he escuchado este estúpido reclamo mil veces. Resulta que la Corte no sirve para interpretar la constitución y legitimar el gobierno, pero serviría para hacerse cargo del próximo y llamar a nuevas elecciones. ¿Serían legítimas? Porque los que proponen el cambio de gobierno también proponen el cambio de la corte, porque para ellos no es legítima.
Todo esto es consecuencia de una inmoralidad esencial. No me refiero al hecho de denunciar lo que se piensa que está errado. Me refiero a la desvergüenza de un importante sector de denunciantes que demostraron reiteradamente su desprecio por la ley, por la vida republicana, por la libertad individual, por los graves problemas de sobrevivencia del pueblo. En realidad, este gobierno lleva poco tiempo y es posible que algunos de sus integrantes sean iguales o parecidos a la mayor parte de los denunciantes. Con la diferencia de que estos últimos se sumergen en la irresponsabilidad como patos en el agua, y se desinteresan por lo que puede ocurrir después de la caída. En el caso de que se produzca la caída y los golpistas no hayan pensado con lucidez, lo cual parece una constante de los golpistas, y una rutina fatal en la historia de nuestros países.
Me temo que un nuevo gobierno sería peor, a partir de la identidad y la conducta moral de los que reclaman su remplazo. Cuando los ciudadanos de este país finalmente se incorporen al exotismo de respetar y cumplir la constitución y las leyes, proyecto remoto pero no imposible, es probable que ganemos el respeto del mundo y tal vez sus inversiones. Mientras tanto, el negocio es de los narcotraficantes, contrabandistas y usureros y la farándula de políticos, periodistas, empresarios y sindicalistas que gira a su alrededor.

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