Wednesday, February 20, 2008

EL MINISTERIO DEL MIEDO

Mientras escribo este comentario la industria bélica internacional, habrá producido y vendido, unos miles de millones de dólares de armamento a quien quiera comprarlo. Se trata de un tema sobre el cual existe una discreta conspiración de silencio.
El poder de los once países desarrollados que manejan la globalización, se funda en la industria bélica, lo cual explica, a quienes quieran ver la realidad, porqué tuvieron y lugar las guerras durante el siglo pasado y en lo que va de éste siglo XXI.
La condición política de los conflictos puede responder a la exhibición de supuestas ideología, a intereses económicos puntuales, a intentos de frenar, al menos parcialmente los delirios mesiánicos y homicidas de algunos personajes, o a intensificar conflictos tribales como los que tienen lugar en África, apoyando delirios mesiánicos y homicidas de otros personajes, pero esta vez amigos y buenos compradores de armas.
El común denominador de estas guerras, consiste es que no siempre tiene importancia quien gane o quien pierda. Lo importante es gastar muchos aviones, cohetes, balas, y experimentar nuevas armas destinadas a cumplir con eficiencia el asesinato prolijo de miles de personas, muchas de las cuales no vieron un arma en toda su vida. Tampoco eligieron el rol de víctimas, otros lo eligen por ellos.
Tanto es así, que nadie puede afirmar quien ganó la guerra de Viet Nam. Si los vietnamitas que finalmente ocuparon todo el país y crearon una nación independiente, o los fabricantes de armas de los Estados Unidos quienes, a favor de la prosperidad de sus ciudadanos, pensaron que era más rentable vender bombas de napalm para regar el territorio de Viet Nam, que colocar carne conservada para alimentación de los vietnamitas.
En ningún caso puede decirse quien gana la guerra. Le ocurrió a los rusos en Afganistán y Chechenia, a los norteamericanos en Irak, a los contras en Nicaragua. Está ocurriendo hoy en Irak, Afganistán, Somalia y Palestina. Mañana en cualquier otro lugar del planeta, donde sobra mucha gente y las grandes potencias deben asegurar los procesos económicos propios, a la luz de sus convicciones, tendientes a asegurar los principios de la ley de Malthus y eliminar los que a su juicio sobran, una parte numerosa de los habitantes del planeta. Una filosofía destinada a los vivos, porque los muertos ya cumplieron con el sistema.
Por eso, frente a las indignadas declaraciones contra la guerra, no tengo mas alternativa que recordar que la economía opulenta de los países del primer mundo, se nutre de la industria de los armamentos y ahora también del tráfico de drogas que padecen los países pobres y no pobres del tercer mundo.
Es igual en una monarquía socialista como Suecia, en una democracia liberal como Estados Unidos, en una comunidad socialista a medias, como Francia, en una monarquía parlamentaria como Inglaterra o en sistemas ambiguos y cambiantes como Rusia, la India o China, países unidos en la decisión de preservarse contra los intrusos que pretenden participar del banquete.
La estructura económica del mundo globalizado se funda sobre la industria bélica. Es decir, sobre la guerra.
Si alguien pregunta si esa condición puede cambiar, recuerdo a Nicolás Gurdieff. Un discípulo le preguntó que podía hacerse. “Nada – respondió- nunca se puede hacer nada. ¡Ah! si, algo puede hacerse. Cambiar nuestro punto de vista sobre las cosas”.

LA EMPRESA DEL ESTADO (I)

Frente a los comentarios, declaraciones y denuncias de quienes se oponen a las privatizaciones con o sin argumentos razonables, se me ocurren algunas reflexiones
Si hiciéramos un viaje en el túnel del tiempo y desembarcáramos en la Francia de Luis XIV, pensaríamos que el estado dejó de funcionar o funciona muy mal. No hay agua corriente, las calles carecen de pavimento, no hay escuelas públicas, hospitales, justicia, amparo para los niños o los viejos, etc. Sin embargo cometeríamos un error.
El estado francés existía para servir al soberano, que no era entonces precisamente el pueblo, sino Luis XIV. La eficiencia de la actividad del estado debía medirse en Versalles. El agua corría por las fuentes, los jardines estaban impecables, las sabanas de la cama del rey limpias, los salones calefaccionados, los carruajes lustrados. El estado funcionaba mal si se quemaba el almuerzo real, si los arcabuceros y mosqueteros no cumplían las ordenes y no aceitan sus armas. Porque el estado no servía para generar salud, educación y bienestar al pueblo, sino para servir al rey y su corte.
Cometemos el mismo error cuando analizamos nuestras empresas del estado. Las empresas del estado funcionan a la perfección. Como Versalles.
Porque en realidad su función no consiste en proveer agua, electricidad, transporte, educación y salud. Sirven para otra cosa, funcionan mal cuando la compañía de teléfonos no pone los aparatos que reclama el ministro, o se niegue a darle pasajes para Europa al diputado.
Todavía se piensa que la empresa del estado no cumple su finalidad porque es del estado, sin advertir que el mundo aprendió hace tiempo, que hay que separar la propiedad, del manejo de la empresa. Lo importante es la forma en que se las administra y como se realiza el nombramiento de los funcionarios.
Los operadores políticos que no alcanzaron a entrar en la lista de diputados o senadores, llegaron tarde a la designación en un ministerio, encontraron cubiertas las plazas de las embajadas y no tienen ninguna empresa o les falta astucia para venderle cosas al estado, son designados en la administración de las empresas del estado. Durante el gobierno colorado se designan funcionarios colorados, en los gobiernos liberales funcionarios liberales. Frente a las dificultades generales, porque la plata se acaba, la competencia es más dura, competitiva y feroz.
El problema consiste en que los objetivos del administrador no se compadecen con los objetivos de la empresa. El operador político designado debe derramar bienestar sobre los puntos que lo acompañaron en la lucha partidaria, debe solucionar los problemas coyunturales de los bolsillo de los caudillos, “aprovecha gaviota, que no te verás en otra”, como dice el refrán popular, o cumplir cualquier otro propósito, invariablemente reñido con la buena administración. Tendrá que alimentar una relativa, grande o pequeña cuota de corrupción, para no defraudar a los amigos que le dieron manija en la interna. Debe pensar en la familia y el futuro. No ha sido designado para producir electricidad, pavimentos, agua potable, comunicaciones, salud o educación. Eso es otro tema.
Existe entonces un curioso paralelo entre las empresas del estado de hoy y la Francia de Luis XIV. Por eso conviene parar el macaneo.

EL PERIODISTA

Cuando se habla de los periodistas, el recuerdo inicial es para los periodistas muerto en las guerras, o asesinados por los dictadores, cuando cumplían con el deber de informar.
Como en todos los trabajos que se desarrollan en áreas críticas de la realidad, tiene lugar una interacción fluida entre el empleo, con el cual se descuenta el salario y la vocación. Generalmente el periodista no puede ser otra cosa que periodista.
En las oportunidades en que los avatares de la vida lo arrojan fuera de la profesión, se siente desarraigado. Un poco inútil, melancólico y sin alegría. Aunque gane mas dinero vendiendo automóviles o publicidad.
Porque el periodismo llega a constituirse en una manía. Una deformación patológica que llena de regocijo cuando lee el texto escrito la noche anterior o descubre una parte de la información, obtenida durante el tumulto, volcada en la primera o en la última página. Todas las páginas del diario o los tiempos en la radio y la televisión, son igualmente valiosos.
Es imposible imaginar el mundo moderno sin periodismo y sin periodistas. Odiados o amados, criticados o exaltados. Por contar lo que ven o lo que saben. Porque en eso consiste la tarea fundamental: Informar.
Las opiniones pertenecen a otra área. Pueden existir en el medio u omitirse. Se puede transferir al lector, al espectador o al oyente la responsabilidad de analizar, interpretar y sacar conclusiones, pero para cumplir cualquiera de esas alternativas, con algún resultado satisfactorio es menester estar informado. Objetivamente. Sin prejuicios. Con libertad.
El periodismo ocupa un área sensible de la realidad. De allí que la responsabilidad y la lucidez, deben ser condiciones esenciales en la labor de los periodistas. Porque el lector carece de caridad y no tiene porque tenerla. Analiza, escoge, aprueba o castiga. Compra otro diario o gira el dial, si sospecha de la información.
Por eso el periodismo libre, abierto, desprejuiciado, sin sectarismos, se ha convertido en parte sustancial de la vida democrática. Debe asumir compromisos. Con las instituciones republicanas, con la verdad, con la justicia, con la decencia. Esto significa compromiso profundo con el pueblo. Sin exclusiones ni arbitrariedades.
Muchas veces la información es irritante. Muchas veces la realidad es irritante. El medio de prensa es un espejo. Muestra lo que ocurre, si tiene el suficiente coraje para informar sin ataduras espurias, sin prejuicios bastardos y sin asociarse a aventuras disgregadoras de la sociedad.
El conocimiento que provee el periodismo, esa es su misión especifica, debe unir y no desunir, debe integrar y no desintegrar, debe coadyuvar a descubrir el camino correcto para superar las graves contradicciones que provocan el atraso material y cultural de la comunidad.
El periodismo es el oficio de la libertad. Y los periodistas son trabajadores al servicio de las esperanzas y objetivos de la nación.
Por eso deben informar con veracidad. Aunque duela. Es la única manera de saber lo que debe hacerse.

SURREALISMO

No podemos quejarnos por falta de libertad. En ese sentido la vida es plena y rica en alternativas. Cada uno inventa el país que quiere y se adecua a esa realidad sin reservas. Sin reservas mentales, ni de las otras.
Se trata de una actitud surrealista. Según el diccionario, el surrealismo “expresa la actividad original del pensamiento por medio del puro “automatismo síquico”, sustrayéndose a las leyes de la razón y a toda norma estética y exaltando lo subconsciente, los sueños, todas las manifestaciones de la vida síquica, mas alejadas de la conciencia”.
Escuchen a políticos y comunicadores y verán que así es mas o menos la cosa, lo cual genera una enorme libertad que debemos aprovechar.
La libertad de decir, hacer, pensar, opinar, discrepar, inventar, atribuir, interpretar, mentir, distorsionar, etc. etc. Sería interminable la lista de posibilidades, pero como todas las cosas que no tienen limites objetivos, incorporan la alegría de la fantasía, el macaneo y la percepción (gracias a Dios, ambigua) de la propia realidad y del entorno.
Las palabras expresan conceptos, ideas, opiniones. Para que las ideas tengan vigencia deben ser formuladas y expuestas públicamente. Cuando mayor es su difusión, por un milagro repetidamente estudiado en la Ciencia de la Comunicación, resulta que la idea se torna mas sólida y trascendente. ¿Por qué? No se sabe muy bien, pero se trata de un impulso psicológico irresistible, suponer que lo que se escucha a diario es mas verdadero, fundamental y profundo que lo que se expresa una vez al año.
Un caso típico es el determinado por los comentarios sobre los episodios políticos.
Es como si alguien, hablara de la posibilidad de que se estuviera proyectando un golpe destinado a cambiar el curso de la realidad. Los objetivos podrían ser, según la fantasía de algún novelista aburrido, varios y diferentes:
Por ejemplo evitar que la candidatura de Lugo sea viable o no sea viable de ninguna manera Que algún truhan salga de la cárcel y se presente como candidato a presidente. Que Duarte Frutos definitivamente aprenda coreano y se haga la cirugía estética, porque tiene mas éxito con los coreanos que con los paraguayos. Que Helio Vera finalmente publique la lista de los plomos que gravitan sobre la comunidad. Que los comerciantes de la calle Palma accedan a la posibilidad de instalar su mesita en la vereda. Otros mas agudos y cerriles propusieron, esto es historia antigua, hacer un golpe para destruir los parquímetros, alternativa ya innecesaria por la huida del CEA. Lo malo es que con esta intendente puede volver..
En realidad, el objetivo de un golpe parece siempre irrelevante, porque casi nunca se cumplen los objetivos generalmente fabulosos e irreales.. Además, cualquiera tiene sus motivos y seguramente con total justicia. Lo importante es el golpe en sí mismo.
La peregrina idea de un golpe, puede a existir o no, pero curiosamente existe por obra de los analistas que invitan a analizar si es posible, si es conveniente, si es ridículo o si se trata de un mero entretenimiento mental de los chicos que inventan un pretexto para no ir a la escuela.
Cuando se impone la temática del golpe fantasma resulta difícil sustraerse del asunto. Se hablaría tanto que terminaría formando parte de nuestro entorno. Integraría la realidad cotidiana, se entrometería en las conversaciones de los amigos , nos acompañaría a casa cuando marchamos a escondernos de su amenaza y nos despertaría al día siguiente, en la voz y la emoción de los comunicadores radiales, temblando de terror ante la hipótesis de su ambigua existencia.
Habría que consultar a los expertos como se proyectaría un golpe. La forma, no solamente a la esencia. Hasta podría ser tema de un concurso.
El que acierte podrá viajar a Mariscal Estigarribia, acompañado de Miss Paraguay. Si es mujer tendrá derecho de elegir al comunicador que más rabia le dé, para llevárselo a Bahía Negra.
Mientras no ocurra, es unas fantasía divertida. Solo habrá puesto nervioso a algunos políticos.

Monday, February 18, 2008

CARACTEROLOGÍA

Suele confundirse el carácter con el mal carácter. Son cosas diferentes. Tener carácter implica seguridad en sí mismo, libertad de acción, capacidad negociadora, serenidad en las negociaciones políticas, apertura intelectual y rechazo al dogmatismo, cuando este no se basa en principios fundamentales.
Tener mal carácter, en cambio, significa defenderse de la falta de carácter. El mal carácter constituye una expresión de debilidad, define una personalidad caprichosa y no negociadora, carece de amplitud de visión, se refugia en los amigos o cómplices y pierde de vista la necesaria claridad conceptual para enfrentar los hechos fundamentales de la vida propia o ajena.
La persona de mal carácter apela al sofisma, trata de ignorar la esencia de los problemas, renuncia al diálogo por inseguridad y transita por la superficie de las cosas por falta de soberanía y audacia para profundizar en la mecánica profunda de los hechos.
Tener carácter implica responsabilidad y prudencia, respeto por los conciudadanos, no poner en riesgo innecesariamente la paz y la seguridad pública, por la confusa necesidad de afirmar una personalidad ambigua, asociada a actitudes rígidas por falta de libertad para cambiar cuando se advierten los propios errores.
La confianza en si mismo de un hombre de carácter, le permite aceptar sin dudas ni complejos, como dijo uno de esos griegos famosos del siglo IV antes de Cristo, “que los animales saben, los hombres saben que saben, y los hombres sabios saben que no saben”.
Tener carácter significa asumir las dudas con inteligencia y prudencia, conducta superlativamente importante cuando se ejerce alguna suerte de poder, porque los actos adquieren entonces una dimensión que escapa a las limitaciones domésticas.
Tener carácter es amar la propia personalidad y las personalidades ajenas, sin dogmatismos ni exclusiones caprichosas, y no necesita del mal gesto, ni de la violencia, ni de la huidiza retórica formal a la cual se apela para evadir respuestas claras e inteligentes.
La falta de carácter, transformada en mal carácter, resulta relativamente trascendente cuando la padece el plomero o el electricista, pero puede resultar catastrófica y de imprevisibles consecuencias cuando define la conducta de quien tiene responsabilidades mayores.
La trascendencia de los actos gobernados por el mal carácter y una cierta debilidad de la personalidad, se traduce en actitudes innecesariamente rígidas que afectan a toda la comunidad y derivan en situaciones sin retorno posible.
Pienso que conviene reflexionar sobre este hecho.

LA DESINFORMACION

Una mentira suficientemente repetida se convierte en verdad, aunque no deje de ser mentira. En este principio antiguo y moderno, es decir, permanente, se fundan todas las técnicas de comunicación, ya sea para vender una heladera o un político.
Desde los hotentotes hasta los sofisticados creativos de la Tercera Avenida de Nueva York, que hospeda las más importantes compañías de publicidad, no se ha agregado mucho al tradicional concepto con que inicio este comentario.
Se puede complementar con algunas ideas. Modelos lindísimas, palabras impactantes, colores extraordinarios y fotografías conmovedoras.
Pero lo importante es repetir las mentiras para convertirlas en verdad. O escamotear la verdad para que, por oposición, prevalezca la mentira como verdad absoluta.
Los medios de comunicación constituyen el instrumento de esta metodología subversiva de la realidad. Lo que ocurrió, en realidad no ocurrió nunca, el malo fue siempre bueno como cualquier ciudadano puede advertir, el negro se convirtió en blanco aunque los ojos digan lo contrario, y las nubes corren de norte a sur y no de este a oeste, porque así las veo desde mi puesto de observación.
¿Será que la verdad no existe? ¿Los medios producen la verdad y lo que vemos es fantasía? No es tanto así.
De alguna manera, imprecisa y discutible la verdad existe, a medias, sobre la base de que todos los hechos humanos son relativos. Pero existe. Solo hay que tomarse el trabajo de descubrirla. Una manera de no equivocarse consiste en dudar de todo lo que nos quieren vender como nítidamente cierto, cuando la realidad es nítidamente ambigua.
Un ejemplo de estas pretenciosas reflexiones es lo que se ha escrito y comentado en Argentina y en el exterior, sobre la derogación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Para el hombre común, que no investiga demasiado la realidad porque no le interesa conocerla, tiene sus propias ideas y no quiere introducir otras que las confundan, o le da la gana de pensar de tal o cual manera, las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida se relacionan con el ex presidente Menem.
Si se hiciera una encuesta, creo que la mayoría afirmaría sin dudas que son dos inventos del “autoritarismo tránsfuga” del ex presidente argentino, usando la terminología de la autotitulada “Alianza Democrática”, lamentablemente imitada por voceros locales.
Ocurre que esa no es la verdad. Las leyes fueron votadas por el Partido Radical, bajo el gobierno de Alfonsin, uno de los referentes más importantes de la “Alianza Democrática”.
Durante estos años, los medios de comunicación pusieron el acento en la amnistía, resuelta por Menem, e ignoraron a los autores de las leyes que dieron impunidad a los responsables de los crímenes que tuvieron lugar durante el Proceso Militar.
Uno de estos días descubriremos que Viet Nam tuvo la iniciativa de invadir Estados Unidos, originando una guerra cruenta. Que Stalin fue un buen muchacho que buscaba la unidad nacional de la región, de manera que si Yeltsin utilizó los mismos métodos en Chechenia, está históricamente justificado.
Fue Euclides (no Acevedo, sino el anterior) quien dijo: “Denme una palanca y moveré el mundo”.
Yo digo: “Denme un medio e inventaré la verdad”-
¿No es cierto?

VICTIMAS Y VICTIMARIOS

Se ha tornado un lugar común denunciar que la inseguridad aumenta, y que ladrones y asesinos controlan las calles sin que la policía pueda impedirlo. Para saber si esto es absolutamente cierto sería necesario contar con estadísticas y encuestas creíbles, lo cual constituye un fenómeno raro en nuestro país.
De todas maneras existe libertad de prensa, de manera que la mayor parte de los delitos son informados a la población sin muchas limitaciones, por lo que se puede concluir que el desprecio por la vida humana, no tan solo por la propiedad ajena, se acentúa como un peligro constante de consecuencias alarmantes.
No hablamos solamente de los profesionales del delito, ladrones, estafadores, asesinos en su variada gama de especialidades. Señalamos también la violencia que se expresa en las patotas callejeras, en los abortos ilegales, en el asesinato por intereses familiares, en la decisión de eliminar al rival o al adversario deportivo, comercial o sentimental. En suma, la violencia de la comunidad en toda su amplitud.
El delito ya no es solamente obra de especialistas. La violencia se ha instalado en la comunidad como una metodología posible, aunque no sea públicamente aceptada. Debemos preguntarnos cuales fueron los estímulos que orientaron la conducta de la población por ese camino.
Filósofos y sociólogos desarrollaron la idea de que la responsabilidad personal y la ética, como condiciones fundamentales del individuo, constituían componentes más sólidos, racionales y aceptables que el temor de Dios, como moderador de las tendencias negativas del ser humano. Discutir esta tesis no será obra de este comentario que solamente intenta proponer el tema. Vale la pena reflexionar sobre que es lo que condujo a la destrucción de los valores individuales y comunitarios, y conque fueron reemplazados, si esto definitivamente esta ocurriendo.
Entendemos que el problemas del delito no es solamente policial. La sociedad debe discutir esta realidad en todos sus ámbitos. En la escuela, en la universidad, en los centros comunitarios, en los partidos políticos, en las asociación de escritores, artistas, sindicatos y en las familias que se preocupen por el mundo en que deben vivir sus hijos.
El problema es de todos y debemos analizarlo con inteligencia y en profundidad y no limitarnos a decir que hay víctimas y victimarios, y que la cosa es así porque existen problema materiales. Siempre existieron problemas materiales. Pero si este fuera solamente el motor de la violencia, el delito estaría solamente radicado en el sector mas necesitado. Y esto no parece ser así.

ELTUNEL DEL TIEMPO

Llegó a mis manos un libro escrito por Julio Cesas Frutos y Helio Vera, sobre pactos políticos. Recomiendo su lectura. El libro ofrece una buena información histórica y reproduce textos que no deben ser olvidados.
Transcriben parte de un libro de Alfredo Jaegli, no éste de hoy, sino de algún antepasado pensante agudo y preciso en sus opiniones. Después pueden haberse confundido los genes.
Lo cierto es que el libro titulado “Albino Jara, un varón meteórico” hace una crónica puntual de los acelerados ascensos militares de este mayor, que en poco tiempo fue teniente coronel y luego coronel, hasta llegar a presidente, oportunidad en la cual quiso ser ascendido a General. Alcanzó el objetivo en los papeles, pero después lo echaron y ya no pudo calzar las presillas del generalato.
“Jara - dice el libro de Frutos y Vera - “pasara a la historia como el arquetipo del militar mesiánico, que confunde su desorbitada ambición de poder con los intereses de la nación. Las circunstancias históricas pusieron en sus manos el control el Ejército y, por consiguiente, la posibilidad de convertirse en árbitro de la política. Pero su intemperancia, su mesianismo y su temeridad eran una combinación explosiva que solo podía causar innumerables males al país, como fue probado reiteradamente”.
Mas adelante agregan que no era un enamorado del dinero, y no se preocupaba de negocios (lícitos o ilícitos, digo yo), actividad que, décadas después concentraría desmesuradamente el interés de muchos altos jefes.
Por eso hay que leer historia, porque como dice mi tía Edelmira se repite.
La primera preocupación del coronel Jara fue la de constituir un movimiento político que le sirviera de vinculación con el pueblo.
Jaegli, su biógrafo define a sus seguidores “como la gente que carecía de relevancia en los partidos tradicionales, los desalojados, los resentidos, los tránsfugas, los bien intencionados, los traidores, los descreídos, los patrioteros y los apolíticos. La Unión Nacional (su movimiento) era así una facción, la unión de los desunidos, sin otro ideal que la sed de mando, sin otra mística que el gobierno y su provecho, sin otro norte que el odio que cada uno sentía por el partido tradicional – republicano o liberal -, que lo hubiera desalojado de sus posiciones o que podría anularlo en el juego regular de la política. Jara creía que, o se le hacía creer, que un partido político podía ser manejado como un cuartel. Y que la “tradición” es una palabra vana”.
Finalmente sus camaradas del ejército reaccionaron y terminaron expulsándolo el poder. Salió del palacio de gobierno vestido de frac y abordó la lancha que lo conduciría a un barco brasileño anclado en la rada.
Leyendo este libro frente al televisor encendido, en el que se proyectan las imágenes de lo que ocurre con algunos personajes en la actividad política actual, me levante a mirar el calendario porque creí que había entrado en el túnel del tiempo y estaba en 1911.
Cuando digo que hay que leer historia, saber lo que ocurrió ayer para reflexionar sobre lo que puede ocurrir hoy, no es una exhortación inútil.
Debo agregar que Albino Jara introdujo en los conflictos políticos la metodología del fusilamiento por la espalda, para someter definitivamente, a sus adversarios.

EL COLOR DEL CRISTAL

Existe la vieja convicción de que las opiniones se forman según el color del cristal a través del cual se mira la realidad. Como todos los lugares comunes, esto puede ser cierto como equivocado.
Depende de que el cristal este limpio o sucio, este empañado o tenga algún desperfecto físico. Después de verificar estas posibles anormalidades, puede ocurrir que se mire a través el cristal y no se vea nada, lo que significa que no se entiende nada.
Este es el caso. El problema es amplio y complejo.
No todos los que compran el diario lo leen. La radio suele escucharse fragmentariamente en los cortos viajes en auto por la ciudad y la televisión, a la cual la gente le dedica mas tiempo, carece de la posibilidad de explicar lo que pasa, porque los problemas y las ideas difícilmente tienen una representación gráfica. Se puede mostrar la imagen de un campesino pobre, pero no se puede mostrar la imagen del problema para saber porque ocurre y como resolverlo.
La gente en general no lee libros, y la información telegráfica y deformada que trasmiten los comunicadores, se erosiona mas aún como consecuencia de la falta de formación intelectual de esos comunicadores. La posibilidad de que la gente acceda verdaderamente al conocimiento de lo que ocurre es una mera fantasía.
En el mejor de los casos, quien compra un diario lee solamente los títulos, sin advertir que en la mayor parte de los casos existe un divorcio, sutil o absoluto, entre ese título y el texto del artículo que lo continúa.
Esta condición de la ignorancia, de la desinformación o de la sub información como dicen los sociólogos, se relaciona con el hecho de que cualquier macaneador populista limite sus discursos a enunciados telegráficos, grandilocuentes y llamativos, porque nadie tiene la oportunidad de pedirle explicaciones, con el objeto de trasladar su inquietud, de un interés emocional a un conocimiento inteligente.
Esta condición de la vida política y periodística necesariamente se funda en la distorsión de la realidad, muchas veces en la mentira, en un balbuceo retórico o en el mejor de los casos en una ignorancia inocente, con consecuencias no inocentes, porque agreden las condiciones básicas de lo que debe ser la comunicación en una comunidad civilizada.
Muchos suponen que es indispensable introducir la informática para sacar a los jóvenes y no jóvenes de la ignorancia. Tengo serias dudas de que sea cierto. La cibernética, la televisión y aun la radio o algún sector del periodismo escrito constituyen solo instrumentos.
Su orientación intelectual puede ser la que escuché de un viejo jefe de redacción. Dijo: “Ya saben cual es la norma de este diario. Haz mal sin mirar a quien. Es necesario vender ejemplares, de cualquier manera, para aumentar la publicidad.”

POBREZA DE IDEAS

Los procesos históricos elaboran su propio lenguaje. Los medios de comunicación, orientados por quienes manejan el poder real, incorporan una particular terminología, presuntamente cargada de ideas, que terminan convirtiéndose en conceptos sagrados e indiscutibles, aunque no sean verdaderos.
Esto ocurre con la globalización, panacea de la cual se espera la solución de los problemas que acosan al mundo subdesarrollado, que es la mayor parte del mundo conocido.
Quienes repiten machaconamente que la instrumentación de la libertad de mercado permitirá alcanzar el progreso y la prosperidad de las comunidades sumergidas, describen una hipótesis teórica con pocos antecedentes históricos reales.
Esta afirmación no significa que la economía de mercado constituya una trampa semántica mentirosa, porque su aplicación ha tenido buen resultado en algunos países.
Lo que conviene agregar es que los países beneficiados con esta política eran además, potencias militares con una larguisima experiencia histórica. Heredaron los trabajos y fatigas de los viejos imperios, debieron cambiar algunas cosas, y continuaron aprovechando la condición de países privilegiados.
No se sabe de países subdesarrollados sin tradición cultural y técnica, que merced a la libertad de mercado crecieron y pudieron satisfacer sus expectativas.
Lo que puede decirse es que algunos fueron pragmáticos, usaron lo bueno, desecharon lo malo, y pusieron su imaginación y creatividad al servicio de la solución de los problemas generados por el atraso y la ignorancia.
Peter Drucker, a quien nadie puede acusar de simpatizante socialista, en sus Nuevas Realidades, cuenta que el crash de un oscuro y alejado Mercado de Valores, el de Viena en 1873, señaló el fin de la era liberal, esto es, el final de un centenar de años en que el laissez faire fue el credo dominante. Dice que “si 1873 significo el fin de la era liberal, 1973 marcó el final de la era dominada por las doctrinas y políticas formuladas por primera vez en los años 60 del siglo XIX. Ya sean estas liberaldemocratas, socialistas, marxistas o nacionalistas. Todas esas doctrinas se convirtieron rápidamente en tan ineficaces como lo fue el laissez faire liberal desde 1873.
La terminología que expresaba las ideas de la generación liberal del Príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria, de John Stuart Mill y de los revolucionarios de 1848 en Europa, son todavía moneda corriente entre los neoconservadores, así como entre los presuntos socialistas de hoy.
Los economistas, los banqueros, los empresarios, los periodistas, los políticos y los comunicadores sociales debaten acerca de cómo superar las crisis. Todavía no se ha escuchado a nadie preguntarse sobre las causas que nos llevan a ellas.

Friday, February 8, 2008

LACREDIBILIDAD ¿DE QUIEN?

Las encuestas que se han sucedido durante los últimos años, adjudican la mayor credibilidad a la Iglesia y la prensa, por encima de las instituciones políticas, el ejército y la justicia.
Creo que conviene reflexionar sobre los datos, porque las conclusiones simplistas generalmente llevan a una equivocada interpretación de la realidad.
La encuesta revela un escepticismo particularmente peligroso, en momentos en que se propone un cambio de gobierno como una mágica salida del atraso, la crisis y los problemas económicos y sociales. La historia enseña que el proyecto de un nuevo gobierno genera una espontanea esperanza. Como ocurre siempre a principios de un año nuevo, cuando la gente proyecta la hipótesis de que durante su transcurso se solucionaran la mayor parte de sus problemas.
Aunque nunca es así, la esperanza esta viva en la fuerza vital de la comunidad, que en la mayor parte de los casos padece críticas condiciones de sobrevivencia.
Este gobierno que se va logró en poco tiempo revertir la tendencia espontánea hacia el optimismo. El escepticismo, el desaliento, se convirtió en el común denominador de la opinión pública. Sin embargo, sería injusto adjudicarle a la responsabilidad de los graves problemas estructurales del país que gravitan sobre la vida cotidiana. Sí puede adjudicársele la incapacidad de haber propuesto una visión constructiva del futuro, invitando a la ciudadanía a participar de la aventura de transformar el país.
Al contrario, el discurso gubernamental retrocede hacia la crítica ambigua y la rutinaria expresión de su impotencia, lo cual permite preguntarnos porque extraña razón se propuso a sí mismo como alternativa de poder.
No sorprende que la Iglesia goce de credibilidad, porque finalmente reclama fe y alerta sobre los problemas, pero nadie puede exigirle resultados. No gobierna. Sacerdotes y obispos inteligentes o no tan inteligentes, preocupados por su grey señalan sin eufemismos el fracaso de un importante sector de la clase dirigente.
La prensa tiene credibilidad porque generalmente retrata la realidad, independientemente de las posiciones sectarias que el público advierte, y en la mayor parte de los casos desecha, porque el origen es fácilmente identificable.
El escepticismo se centra en el gobierno por su falta de imaginación y de propuestas inteligentes. También en la administración de justicia, lo cual históricamente no es una novedad, y en el congreso, por su diversidad contradictoria.
Los legisladores que registran mayor notoriedad no son precisamente los más idóneos. Siempre proponen cambiar a alguien. Echar algún funcionario, procesar a otros pero jamás acercan una propuesta sensata para cambiar el rumbo.
El descrédito de la comunidad sobre el ejército exige una reflexión particular, que será objeto de otro comentario porque parecería que el gobierno se propuso destruirlo como institución apolítica. Este es un proceso que la comunidad observa con alarma. De allí el bajo índice de credibilidad que le adjudican las encuestas.
Las elecciones internas de los partidos acentuaron el escepticismo. Los discursos fueron todos iguales. Lo único bueno es que son inofensivos. Nadie cree en ellos.

LA PERSPECTIVA INDUSTRIAL

La sola exportación de productos primarios y la importación de productos industriales, conduce inevitablemente a la quiebra. Los productos industriales en el mercado internacional son cada día más caros y los productos primarios cada día más baratos.
Esta situación técnicamente se llama “deterioro de los términos del intercambio”. Es el esquema en que sobreviven los países subdesarrollados sin perspectivas hacia el futuro.
La tarea del gobierno, de los empresarios y los políticos debe orientarse a revertir el proceso. Mientras no lo hagan la producción primaria intentará incrementarse para compensar la adquisición de productos industriales, pero no será posible obtener en la misma proporción mayor cantidad de productos, porque estos se habrán encarecido progresivamente.
Los países industrializados componen sus costos incluyendo buenos salarios, servicios sociales, seguros de desempleo, e impuestos destinados a mantener y perfeccionar la infraestructura de servicios, escuelas y hospitales.
Los países productores de materias primas condenan la población al atraso, para poder competir en el mercado internacional. Es un esquema invariable que responde a las tradicionales leyes de la libertad económica.
El gobierno carece de un plan de industrialización. Tampoco los políticos opositores ni los candidatos para las próximas elecciónes tienen un plan de desarrollo.
Los empresarios en sus reuniones públicas proponen asumir la responsabilidad de proyectar un programa de desarrollo industrial.
La propuesta nunca es acompañada por una masiva aprobación. Mas bien los empresarios son reticente. Suponen que cualquier proyecto les exigirá mayor esfuerzo y la obligación de echar mano a la bolsa.
Los vacíos políticos se llenan con acción política. Promover el desarrollo industrial implica una política nacional con sentido de futuro. Los empresarios deben cogobernar con creatividad y audacia, y no limitarse a aplaudir o criticar la intrascendencia oficial desde los cargos directivos de las entidades gremiales.
Esa conducta sirve para hacer negocios personales, pero no sirve para promover actividad económica industrial.
Los norteamericanos dicen que el mejor inmigrante que llegó del oriente fue un poroto: la soja. La industrialización de la soja fue el punto de partida del desarrollo de una compleja actividad química industrial de alto valor agregado. Nuestro país se limita a exportar el poroto. Habrá que preguntarse hasta cuando será posible continuar esta política suicida.
La soja paraguaya es mas cara que la brasileña y la argentina, que a la vez son mas caras que la africana, que ya esta en el mercado internacional. Debemos saber si seguiremos exportando porotos o funcionara alguna planta industrial para procesarlos.
Lo mismo ocurre con el algodón o la madera.
Los empresarios deben señalarle el rumbo al gobierno. Si no, no son empresarios. Tal vez solo comerciantes intermediarios, lo cual constituye una actividad honrosa, pero no suficiente para un país atrasado.

Thursday, February 7, 2008

¿QUÉ HACEMOS?

Se repite frecuentemente que Paraguay, siendo propietario en un cincuenta por ciento de la usina de Itaipú, aprovecha solamente el 2 % de la energía, mientras Brasil recibe el 98 %. Creo que es difícil saber si estas cifras son correctas. En todo caso habrá expertos que puedan ratificarlas o rectificarlas.
De todos modos es irrelevante. Porcentaje mas o porcentaje menos, lo que se quiere decir es que no aprovechamos como corresponde nuestra energía y la vendemos al Brasil, tal vez a precios inconvenientes.
Esta afirmación nos introduce en un tema mas profundo que no tiene que ver con el rédito financiero de la operación de Itaipú. La usina no es un negocio destinado al alquiler o la venta de su producto, sino que debe ser una herramienta del cambio.
Las materias primas, la energía es una materia prima, se vende o se aprovecha. Son dos negocios diferentes. Uno meramente crematístico y coyuntural que sirve para que el gobierno pueda solventar parte de sus gastos justificados o no.
La segunda alternativa, el aprovechamiento del producido de la usina exige un plan que sirva al desarrollo económico y social del país, que es sin duda un país subdesarrollado. Y este es un problema político. De política económica, lo cual constituye un aspecto fundamental de la política, aunque muchos políticos no lo hayan advertido.
Con el caudal de energía que producen Itaipú y Yaciretá el país puede hacer su transformación económica y social en pocos años, en la medida de que haya claridad conceptual y proyectos inteligentes. Será una alternativa imaginativa y seria para que las grandes fabricas de energía cumplan su destino transformador y no sirvan solamente para que funcione el televisor o el foco de la mesa de luz.

Friday, February 1, 2008

EL JUGUETE RABIOSO

El Juguete Rabioso es el titulo de una novela. Se me ocurre que grafica, de manera precisa, el uso que se le da a algunos medios de comunicación.
Los lideres de los movimientos más importantes de la ANR terminarán uniéndose, dejando de lado sus discrepancias, postergándolas para el día siguiente La razón es sencilla. Ganar las elecciones, para conservar lo que se tiene como cuota de poder. Si bien es criticable porque se omiten los discursos serios sobre la realidad, constituye un ejemplo de realismo político y experiencia en el manejo del poder.
Sin embargo, esta actitud que ocurre inevitablemente, es acerbamente criticados por muchos comunicadores, particularmente de radios y televisoras, generalmente jóvenes.
El hecho me induce a la reflexión. Los comunicadores ponen de manifiesto características que conviene señalar. Parecen entender poco de política. No se han preocupado por leer historia. Renunciaron al uso de la cabeza, para cualquier cosa que no sea peinarse o hacerse la colita si el pelo es muy largo. Es decir, se limitan a una pura exhibición, de informal protesta o de formal ignorancia.
Lo que en cualquier sociedad en crisis debe ser aplaudido, estos comunicadores lo critican con términos violentos, insultantes y con malas palabras que se han tornado una rutina en los medios hablados.
Vivimos una época difícil, en la cual la propia institucionalidad del estado, la educación, la justicia y la interpretación de la realidad, es compleja y la mayor parte de las veces desacertada.
“Nada nos une, todo nos separa” parecería la norma de muchos dirigentes políticos, alentados por algunos comunicadores.
Cuando se despierta la tendencia contraria, frente a una necesidad puntual y legítima, como es la de hacer uso de los derechos de la democracia representativa para intentar ganar una elección, los jefes políticos, aplaudidos y estimulados ayer por criticar, insultar, atacar y dividir, son acusados ahora por intentar unir, superar agravios y trabajar de acuerdo.
Es difícil de entender. Salvo que aceptemos la realidad, y admitamos que los muchachos comunicadores deberían leer de vez en cuando algunos libros de historia, y hagan un esfuerzo para descubrir el interés nacional aprendiendo a reflexionar. También que digan menos malas palabras, porque no es la mejor forma de demostrar que son liberados y drásticos.
Para que el medio que usan, no se convierta en un “Juguete Rabioso”.
Esta reflexión me lleva a otra más grave. Algunos parecen no haber descubierto que el medio, la onda, es propiedad del pueblo.
La administra el Estado, quien a su vez la da en usufructo a un particular. Para que gane plata y no diga demasiadas tonterías. No tengo objeciones ante el primer término de la ecuación, que ganen plata, pero si en relación con el segundo término, que no digan demasiadas tonterías.
Todas las épocas se tornan peligrosas cuando se impone el surrealismo. Cuando el equilibrio, la medida, la inteligencia y la información, son sustituidos por el escándalo. Cuando se maneja la agresión, y el enfrentamiento provocado y deliberado, como método destinado a captar oyentes o espectadores y se apela a la frivolidad, para interpretar lo que ocurre, lo cual significa no interpretar nada o interpretar mal.
Es esta una realidad difícil de modificar. Como no estoy de acuerdo con la reglamentación de la prensa, pienso que no cabe mas alternativa que apelar a los propios comunicadores.
Habrá que proponerles que lean libros, que estudien y se formen. Para que no conviertan los medios en una basura insoportable. En un juguete rabioso.

LAS DIFICULTADES DEL IDIOMA

Representantes de los Estados Unidos de Norteamérica, cualquiera sea su alineación política partidaria, viajan por América Latina usando siempre el mismo idioma. No me refiero al vago idioma inglés que practican tradicionalmente, lo cual sería bastante lógico, sino al lenguaje político que ellos suponen adecuado para los latinos.
Desde la terminación de la segunda guerra mundial, aparentemente los mismos escribas redactan los discursos presidenciales y desarrollan las propuestas. Deben haber logrado desde aquella época un gran predicamento en la Casa Blanca porque “entendían” a los latinos, o porque estudiaron español e historia mexicana en la Universidad de Berkeley.
Si pudiéramos tabular los discursos de los presidentes norteamericanos, que llevaron a cabo la aventura de precipitarse sobre las comunidades salvajes del sur, desde México hasta Tierra del Fuego, descubriríamos una constante. Carecen del lenguaje adecuado para comunicarse. Esto puede ser subsanado por el presidente Bush que explicó a un grupo de periodistas, está estudiando latín, para viajar por America Latina y dialogar con sus habitantes.
Los visitantes rutinarios, vienen con el prejuicio alerta, dicen lo que suponen que tienen que decir y se marchan entre sonrisas, aplausos y uno que otro abrazo fraternal.
¿Y después? Nada. Todo sigue igual.
Ocurre que nosotros conocemos nuestros problemas. En una reunión privada, cualquiera podría explicarles que el problema de América Latina es la pobreza y que somos conscientes de que el progreso tecnológico de los países opulentos, ensancha el abismo que los separa de los países subdesarrollados.
Ese es el tema. Si bien es bastante improbable que se pueda encontrar una solución integral, los americanos del norte como los del sur, sabemos que para luchar contra al pobreza y la ignorancia se necesita dinero, tecnología y planes mas o menos razonables.
En los años sesenta cuando Fidel Castro escuchó un consejo sobre como los del sur debíamos poner la casa en orden, propuso que Estados Unidos invirtiera 30 mil millones de dólares en América Latina y las casas se pondrían en orden rápidamente, porque se habría generado desarrollo económico y los pobres dejarían de serlo, porque tendrían trabajo.
Hoy sigue siendo igual, aunque supongo que 30 mil millones no serian suficientes, tal vez 300 mil millones, y dentro de unos años, en ocasión de otra reunión multitudinaria de jefes de estado, la cifra será seguramente de 600 mil millones.
Los norteamericanos no tienen ninguna obligación de poner el dinero. Tampoco tienen obligación de dar consejos. Porque cuando uno da consejos se involucra, y si se involucra tiene que proponer soluciones prácticas y finalmente dar el dinero.
La globalizacion, curioso termino fabricado en el primer mundo,
es irreversible. También es irreversible el hecho de que los países ricos son cada día mas ricos y los países pobres son cada día mas pobres.
No pretendo decir nada original. Solo que me aburre el libreto y lamento que la Casa Blanca, en ocasión de estos viajes, no contrate unos buenos escribas latinos que pongan en la boca de los viajeros y en los oídos de los presidentes las palabras correctas.
Serán también inútiles y mentirosas, pero es posible que resulten más originales.

LA SERIEDAD DEL PRIMER MUNDO

Los países serios del primer mundo cada día sorprenden con opiniones carentes de seriedad.. El presidente Bush se empecinó en derrocar a Saddam Hussein, porque suponía que fabricaba armas de destrucción masiva. Luego se probó que Irak no contaba siquiera con los elementos técnicos indispensables para fabricar armas de destrucción masiva. Pero como se trata del presidente de la mayor democracia del mundo, es indispensable sacralizar sus expresiones y no discutir. Si discutimos seremos acusados de terroristas. Luego de la muerte de miles de iraquíes el mundo descubrió que no había armas de destrucción masiva. Además, por supuesto, de las norteamericanas
Ocurre que el presidente norteamericano fue elegido con el oportuno auxilio de su hermano gobernador de la Florida, que le encontró cuatrocientos votos para poder derrotar a Al Gore.
Si no se trató de un cuento fue por lo menos sospechoso. Si hubiera ocurrido en Lambaré, el mundo democrático pondría el grito en el cielo, pero como ocurrió en la catedral de la democracia conviene mirar para otro lado.
Lo curioso es que según la pintoresca secretaria de estado de la Casa Blanca, la señorita Condolezza Rice, propuso en su oportunidad el reemplazo de Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, elegido por los palestinos. Lo acusó de ilegítimo. Me pregunto que cosa es la legitimidad a la luz de los hechos que comento, protagonizados por los dirigentes serios del primer mundo.
Después del atentado a las torres gemelas de Nueva York, Bush decidió que el responsable era Bin Laden y que éste está refugiado en Afganistan, de manera que ordenó arrasar ese país, con lo cual mató un número indefinido de afganos, sin la certeza de haber matado a Bin Laden.
Según el presidente Bus, los terroristas enemigos de Estados Unidos, enviaron un virus, ANTRAX, por correo, lo cual provocó cinco muertes. Ahora resulta que el autor del atentado es un científico norteamericano, empleado por un laboratorio oficial, disgustado con el gobierno. Ese atentado no hubiera tenido efecto en nuestro país donde todo el mundo sabe que el correo anda como la mona.
El Tribunal Penal Internacional resolvió que el ataque de Israel al campo de refugiados palestinos en Jenin, no fue genocidio, porque apenas murieron cincuenta personas. Se trata entonces de un problema de aritmética. Habría que preguntarle al Tribunal cuantos chicos, mujeres y civiles en general hay que matar, para que se considere genocidio. Si el Tribunal estableciera una tablita con el número de asesinados necesario para considerar que se trata de genocidio, todo sería mas fácil. Bastaría con restar un nombre para entrar en la legalidad humanitaria del asesinato por fuerza mayor.
Pero no es todo. El Tribunal Penal Internacional se creó para condenar crímenes de guerra. Estados Unidos, China, Rusia e Israel se niegan a aceptar el Tribunal. Quieren carta blanca para liquidar enemigos, supuestos o reales, en Afganistán, Irak, Chechenia, China o Palestina.
Bush dice que existe un eje del mal que une Irak, Iran y Corea del Norte. Habrá que encontrar un nombre para el eje constituido por los cuatro países que se oponen al Tribunal Penal Internacional.
Propongo que adivinen ese nombre. Quien resuelva el acertijo será premiado con un viaje para dos personas a Guantánamo, para estudiar los métodos democráticos aplicados a los prisioneros para que confiesen lo que saben y lo que ignoran.
Todo está amparado por la seriedad de los políticos del primer mundo.

LA CORRUPCIÓN

Se escucha frecuentemente decir que el problema más grave del país es la corrupción. Independientemente de que la corrupción exista, creo que se trata de una afirmación especulativa con objetivos políticos. El que denuncia la corrupción como un mal endémico en la historia nacional, esta tratando de demostrar que él no es corrupto. Mediante un ingenuo razonamiento bastante inocente pretende demostrarnos que esa cosa, la corrupción, es crimen ajeno, en cambio él vela por la decencia.
Esto le ocurre a la mayor parte de los corruptos que a su condición de tales agregan el desparpajo, y la loca idea de que la gente no tiene buena memoria.
Es interesante saber cual es la naturaleza de un corrupto. Es venal, frívolo, cambiante, oportunista, desleal, esencialmente amoral e inconsecuente. Maneja con libertad las variadas e imaginativas formas de la traición, sin que esta palabra tremenda tenga las connotaciones dramáticas que pudieran tener para un hombre de bien.
Para el sujeto estructuralmente corrupto cambiar de carpa en medio del estruendo político es normal, si los beneficios personales que obtiene con el cambio son suficientemente atractivos. La habilidad circense para instrumentar el cambio y ejercitar la pirueta especulativa de la nueva alternativa, constituye para el corrupto una afirmación existencial de su personalidad, preñada de negligencia moral hacia sí mismo y hacia la comunidad.
El cambio para el corrupto no es expectativa de progreso de la comunidad, sin prejuicios ideológicos o intelectuales. Tampoco sano pragmatismo político. Es solamente ubicación personal amparada por él más primitivo espíritu de supervivencia fundado en la deslealtad y la obsecuencia. Ayer medraba amparado por la protección del que ahora define como el enemigo.
Así es mas o menos la naturaleza del corrupto.
Se me ocurren estas reflexiones después de escuchar a un empresario condenar la corrupción. De acuerdo a sus antecedentes es difícil saber que es lo que quiso decir.
Algunos ilusos corruptos pretenden compararse con el ministro francés Talleyrand, (últimamente instaló un restaurante en Asunción), y permaneció impertérrito a lo largo de tres gobiernos. República, monarquía e imperio. Aunque no en este orden. No es posible la comparación. Talleyrand era Francia. Los otros eran transitorios.
Se podrá discutir la idea, pero de todas maneras es ajena a la barata corrupción que se denuncia cada día. Entender la diferencia puede ser para muchos una misión imposible.