El viernes 9
de octubre el diario El Día diario
publicó un editorial titulado "El Crimen” en el cual se hicieron
reflexiones sobre el secuestro y asesinato de la niña María Cecilia
Barboza.
El tema estaba
sumergido en el misterio, no había testigos, no había ningún dato que sirviera
para el esclarecimiento del crimen.
Parecía que el
asesinato hubiera ocurrido en la soledad del chaco y no en una calle transitada
y concurrida de un barrio ciudadano a pocos minutos del centro de la ciudad.
Un párrafo de
aquel editorial decía: “Imposible creer que no hubo testigos o que nadie
advirtió nada extraño en oportunidad del secuestro. Se puede creer que la
cobardía y el no te metás ocultan datos y circunstancias que en pocos días
conoceremos. Seguramente serán desfigurados o desdibujados por quienes
prefirieron mirar para otro lado, para evadir responsabilidades elementales de
lo que debería ser un buen vecino”.
Palabras
proféticas aunque bastante lógicas si se analizan las condiciones de la
realidad y las costumbres de la comunidad.
Una persona,
el señor Bazan, dos albañiles, y el descubridor del cuerpo en el terreno de la
casa en construcción, estuvieron enterados del crimen desde el primer día y no
lo comentaron a la policía.
Mas allá del
ocultamiento, que esta penado por la ley, resulta una conducta sospechosa. Todo el país comentó el hecho y estos
señores ignoraron la preocupación general, así como el dolor de los padres de
la niñita. Me resisto a suponer que fue mera cobardía o pusilanimidad. Por lo
menos es silencio cómplice y culpable, no obstante el hecho de que un comisario
reporteado por una radio se negó a calificar la responsabilidad de Bazan, con
el argumento de que él era policía y no juez.
Esto significa
que si cualquiera ve un cadáver tirado en la calle o presencia un crimen y no
dice nada a la policía, nadie podrá decir o sospechar que es cómplice por
ocultamiento, hasta que el juez imponga la categoría del testigo. Parece un
poco ridículo.
Es sospechosa
la delicadeza de la policía frente a los testigos, hasta ayer inconfesos, y no
es justificable la negligencia de no haber investigado el terreno porque había
un “sereno” que finalmente parece que no es sereno, sino “intruso”.
No tengo dudas
que en los próximos días tendremos mas información. Contradictoria, cambiante.
errática y confusa hasta que la comunidad se olvide, o se “descubra” un chivo
expiatorio a quien cargarle el crimen.
Mientras
tanto, me pregunto que pasa por la mente de la gente del barrio. De ese barrio
y de cualquier otro, donde una niñita es secuestrada y muerta y los testigos,
“ciudadanos honestos” guardan un silencio cobarde e inexplicable. Salvo que su
vinculación con el crimen tenga otras características, también disimuladas por
el actual misterio
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