Saturday, March 23, 2013

Revisión de la politica


 

La observación desapasionada de la realidad permite suponer con cierto fundamento que existe una solapada conspiración contra la vida republicana.

Lo cierto es que la relatividad democrática constituye un lujo del que gozan sectores de los países integrados y desarrollados. Este novedoso sistema se funda en la solidaridad social, en el trabajo, en la voluntad de progreso, en el cumplimiento de las leyes y, sobre todo, en no repetir machaconamente estupideces, con la indecencia que exhibe un porcentaje importante de políticos,  sindicalistas y algunos medios de prensa que se han propuesto inventar su propia versión de la historia.
En los países subdesarrollados y moralmente desintegrados, los dirigentes obreros salen a la calle reclamando pan, y lo primero que hacen es quemar las panaderías. Por su parte los políticos padecen de una dispersión mental que les impide definir al adversario. En lugar de advertir que el enemigo es el atraso, la ignorancia, la corrupción, la prepotencia y la injusticia, suponen que el enemigo es Pepe, Luis, Mario o José.
Personalizan hasta la basura, juicio de valor que corresponde a las expresiones formales de muchos políticos que transitan al borde del abismo sin darse cuenta. En lugar de mirar a donde los conduce ese camino incierto, se dedican a renovar viejas querellas, antiguos rencores e inconfesadas frustraciones, consecuencia de una incapacidad visceral para la comunicación civilizada. Los medios son usados para hacer negocios mientras desinforman, calumnian, difaman y trampean sistemáticamente a sus lectores.
Estos son los parámetros que definen la naturaleza de quienes pretenden conducir el país y se auto proclaman clase dirigente. Lo grave, es que en algunos casos, esos políticos y empresarios que padecen de dispersión mental para el interés común, no para su interés individual , conducen parte de la realidad. A la otra parte, la mas amplia e importante no la conduce nadie.

La desintegración es notoria y por un fenómenos difícil de explicar la ausencia de unidad en todos los ámbitos, preserva del caos total. Se desarrollan numerosos y pequeños caos, limitados a ámbitos específicos, donde políticos, sindicalistas o empresarios se sumergen  en su propio negocio. Un negocio limitado, municipal y mediocre, sin perspectivas de convertirse en factor de gravitación nacional.
Existen pocas excepciones, de manera que resulta fácil interpretar la marcha de la historia. Cada día que pasa sin algún dato que permita verificar una cuota de progreso, implica una entusiasta y renovada marcha atrás, que conducirá, progresivamente, al tiempo de Irala.
Hasta que lleguen los invasores. Y estos están llegando.
El gobierno, sus amigos y sus enemigos, participan y naufragan en la misma bolsa mental. No advierten que cada día se acentúa la falta de credibilidad. Adentro y afuera de las fronteras, como se manifiesta en las reuniones periódicas del MERCOSUR.
De manera que la marginalidad, el aislamiento, opuesto a la posibilidad de incorporarnos a un proceso de cambio orientado hacia el mundo moderno, constituye el resultado de una penosa acción individual y comunitaria que alcanzamos con nuestro propio esfuerzo.
Esto, sí, la desintegración y el atraso, son objetivos que conquistamos sin ayuda de nadie.

  



  

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