Tuesday, March 19, 2013

LOS MALOS Y LOS BUENOS


El presidente Bush introdujo en su epoca una categoría para definir amigos y enemigos. No es original. Encontramos esa definición en los film del salvaje oeste norteamericano, donde los indios son invariablemente los malos y los cowboys  buenos. Claro esta que las películas no están hechas por los indios. Si así fuera, posiblemente cambiarían los roles.
No se puede decir que sea bueno un tipo que estrella un avión de pasajeros, con los pasajeros adentro, contra un edificio en una gran ciudad. Lo que ocurre es que la sola definición de malo, no parece suficiente para la gente madura, que sabe que los conceptos sencillos, pueden ser impactantes desde el punto de vista publicitario, pero son generalmente equivocados.
Podía esperarse del presidente de la mayor potencia del mundo una reflexión más sólida, de mayor contenido, como para que la gente acepte, aún a regañadientes, la división maniquea entre buenos y malos.  
No podemos admitir que la guerra sea solamente consecuencia de la conducta de los malos contra los buenos, porque en ese caso sería difícil atribuir esa condición a unos u otros. Las guerras se inician generalmente porque los actores suponen que los mueve una imperiosa voluntad de justicia, postergada por la acción del enemigo que  se proponen atacar. También se hace la guerra para calmar el hambre, para recuperar un territorio perdido transitoriamente o para incorporar otro, con el objeto de ampliar la seguridad estratégica.
Existen otras razones para iniciar una guerra. La lucha por los mercados, por el control de las materias primas, por los alimentos, por la riqueza de los mares, por el petróleo, la electricidad o los minerales. Por la depredación de los bosques, por la miseria material. Se puede hacer una guerra hasta morir, para rescatar el derecho a la vida. Todas estas posibilidades pueden darse en la realidad y se dan. Basta mirar un poco la historia antigua o reciente.
De manera que la división, de buenos y malos del discurso del presidente de la mayor potencia del mundo, parece por lo menos insuficiente o peligrosamente infantil. Me temo que los niños tampoco la toman al pie de la letra. Los niños ven televisión, a veces leen periódicos y estudian historia en el colegio. Saben que la realidad suele ser más compleja que la limitada cosmovisión del presidente Bush.
Me refiero a los chicos que ven televisión y comen todos los días. Otros se mueren de hambre o de pestes diversas, no tienen oportunidad de estudiar, y se pasan el día tirando piedras contra los tanques de acero de los buenos, según la notable evaluación del presidente Bush. La opinión política del presidente es aún más vasta. Resulta que el mundo, una entelequia imprecisa, acompaña el pensamiento y las acciones de los buenos, que son forzados a descargar millones de dólares en explosivos sobre un puñado de malos, escondidos en las montañas de Afganistán.
Es extraordinario que la vida sea así de simple. También la muerte
   

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