Saturday, March 23, 2013

CREDIBILIDAD Y ESCEPTICISMO


Las encuestas que se han sucedido durante los últimos años,  adjudicaron la mayor credibilidad a la Iglesia y  la prensa, por encima de las instituciones políticas, el ejército y la justicia.
Creo que conviene reflexionar sobre los datos, porque las conclusiones simplistas generalmente llevan a una equivocada interpretación de la realidad.
La encuesta revela un escepticismo particularmente peligroso, en momentos en que algunos grupos imaginaron luego del juicio político al presidente, que se abría una mágica salida de la crisis y y habría un proyecto destinado a superar problemas económicos y sociales. La historia enseña que un nuevo gobierno genera una espontanea esperanza. Como ocurre siempre a principios de un año nuevo, cuando la gente imagina que durante su transcurso, se solucionaran la mayor parte de sus problemas.
Aunque nunca es así, la esperanza esta viva en la fuerza vital de la comunidad, que en la mayor parte de los casos padece críticas condiciones de sobrevivencia.
Este gobierno logro en poco tiempo revertir la tendencia espontánea hacia el optimismo. El escepticismo, el desaliento, se convirtió en el común denominador de la opinión pública. Sin embargo, sería injusto adjudicar a este gobierno la responsabilidad de los graves problemas estructurales del país que gravitan sobre la vida cotidiana, pero si puede adjudicársele la incapacidad de haber propuesto una visión constructiva del futuro, invitando a la ciudadanía a participar de la aventura de transformar el país.
Al contrario, el discurso gubernamental retrocede hacia la crítica ambigua y la rutinaria expresión de su impotencia, lo cual permite preguntarnos porque extraña razón se propuso a sí mismo como alternativa de poder.
No sorprende que la Iglesia goce de credibilidad, porque finalmente reclama fe y alerta sobre los problemas, pero nadie puede exigirle resultados. No gobierna. Sacerdotes y obispos preocupados por su grey señalan sin eufemismos el fracaso de un importante sector de la clase dirigente.
La prensa tiene una increíble e injustificada credibilidad porque generalmente distorsiona la realidad, independientemente de las interpretaciones sectarias que el público advierte, y en la mayor parte de los casos desecha, porque el origen es fácilmente  identificable.
El escepticismo se centra en el gobierno por  falta de imaginación y de propuestas inteligentes. También en  la administración de justicia,  lo cual históricamente no es una novedad, y en el congreso, por su diversidad contradictoria.
Los legisladores que registran mayor notoriedad no son precisamente los más idóneos. Siempre proponen cambiar a alguien. Echar algún funcionario, procesar a otros pero jamás acercan una propuesta sensata para cambiar el rumbo. 
El descrédito de la comunidad sobre el ejército exige una reflexión particular, que será objeto de otro comentario. Parecería que el gobierno se ha propuesto destruirlo como institución apolítica.
Este es un proceso que  la comunidad observa con alarma, de allí el bajo índice de credibilidad que le adjudica la encuesta. A pocos meses de las elecciones internas de los partidos se acentúa el escepticismo. Los discursos son todos iguales, lo bueno es que son inofensivos. Nadie cree en ellos.

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